Capítulo 61 | Eterna condena

24 1 0
                                    

Ciro

No podía definir con palabras cómo me sentía. Pensaba que los conocía de verdad, pero me había perdido parte de la historia. No había sido realmente consciente del tiempo que habían compartido y de lo cercanos que se habían vuelto.

Si me ponía a pensar, habían vivido, como en toda relación, momentos de más y de menos. Me acordé de las veces en que se habían peleado. Nunca se me pasó por la cabeza que pudiera deberse a algo más. La disputa que tuvieron en la boda de Neus fue después de su estancia en la cabaña. Seguro que tenía que ver con eso.

Apenas me terminé la cena no tuve más remedio que irme a la reunión. La había organizado de urgencia nada más saber de la nota y esas fotografías. Intenté concentrarme en lo importante, en nuestra solidez como mafia. No sólo habían atacado a la amante de Nil, habían atacado a mi mujer. Casado o no, Dios sabe que mataría por ella. Esa jugada había sido muy peligrosa por parte de La Careta y sin duda lo lamentarían.

Llegué a la granja quince minutos antes. Nil ya estaba en el sótano. Aguardaba de pie junto a la puerta, pero no me dijo nada cuando pasé. Tenía pensado ignorarlo hasta hablar con Mireia.

Enseguida todos estuvieron allí y tuve que, muy a mi pesar, revelar el verdadero problema. En cualquier otra situación no habría dado esa clase de información a nadie. Hubiese sido un asunto pendiente entre Nil y yo y nada más. Sin embargo, dadas las circunstancias, no era motivo de silencio.

Nadie dijo nada al respecto. No era para menos. Había una infidelidad de por medio. La de mi matrimonio.

—Volvemos al mismo punto que cuando la redada en Luminarias. La rivalidad les puede más que su propia supervivencia. Tenemos que resolver esto como sea. Y sólo hay una forma de salir de esta sin bañar la ciudad de sangre.

—¿Qué tienes pensado? —me preguntó Mateo con cautela.

—La Careta piensa que somos débiles. Llevamos meses posponiendo el plan de expansión, ya es hora de ponerlo en marcha. Los franceses tienen alianzas con otras mafias europeas y pueden conseguirnos una sólida unión —expuse—. Necesito que todos estéis de acuerdo.

—¿Una expansión fuera del país? —cuestionó Joan—. Es demasiado arriesgado.

—No si la organizamos bien —contestó Neus en mi lugar.

—¿No sería mejor idea que Els Brétols se desvinculara de La Cabòria? —pronunció resentido otro de los miembros—. Desde que cogió las riendas de la banda no ha dado más que problemas. Sé que es tu mejor amigo, pero ¿qué más vamos a tener que sacrificar para seguir adelante con esta alianza?

—Te recuerdo que Els Brétols ha sido el único que se ha atrevido a coger la ruta del norte. Sin esa ruta, todo nuestro trabajo no sirve de nada.

Inmediatamente cerró la boca.

—Eso es justo lo que pensaba. ¿Alguien más tiene otra opinión contraria?

—Sigo pensando que podría ser un error. Últimamente la Europol está investigando las empresas que podrían asentarse sobre mafias para el tráfico de drogas y blanqueo de capitales, por no hablar de las corrupciones en límites fronterizos.

—Esto no es nada que no hagamos ya. Muchas de estas mafias operan en España y se dedican a la exportación de mercancía, por lo que cooperan comprándonos y vendiéndola en otros países de su interés. La idea es forjar un trato de ese tipo.

Ante mi respuesta, Joan pareció más convencido.

—Preséntanos una propuesta específica y hablaremos —dijo entonces el que antes había acusado a Nil de ser el culpable de todo.

El lobo de la mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora