A Fey Le Brune siempre le han dicho que es afortunada por nacer con aquel don que le permite controlar el Ílino, una flor dorada con poderes inimaginables que es muy codiciada por la nación que alguna vez traicionó a la suya. Pardas y Arahnova han e...
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Ezra Reinfred
De todos los malditos soldados reales de Arahnova tenía que tocarme contra el general Alastor. Vaya estupidez. Me había sorprendido y gracias a ello ahora tengo una herida profunda que me atraviesa la frente. La sangre me cubre los ojos de vez en cuando al igual que mi cabello húmedo por ella. Reika se encuentra del otro lado del corazón de Arahnova luchando contra las catapultas que tiran los soldados a nuestras tropas. Tengo algunos Albas de mi lado, pero ellos están ocupados en sus propias batallas. No es que llore por su ayuda, no la necesito.
—Me da tanta vergüenza que un niño como tú sea hermano de una mujer como la reina. Qué decepción.
El general Alastor era un as con el escudo, siempre lo he sabido. No obstante, parecía estar confiado ahora mismo. Su escudo estaba fuera de su alcance y su sonrisa prepotente me estaba sacando de quicio. Sostuve fuertemente el mango de mi espada y esperé. El general Alastor me atacó con ferocidad, yo me agaché y contraataque. Su maldita armadura era más sólida de lo que había pensado. La espada que Reika me había fabricado apenas y le había hecho un rasguño a la armadura. Alastor sonrió y soltó una carcajada que me irritó. Terminamos en lados opuestos. Caminaba en círculos como un felino acechando a su presa. Ese cabello rubio que comenzaba a opacarse por canas se había despeinado, pero su bigote seguía igual de elegante que siempre. Debo admitir que me parecía bastante gracioso.
—¡Ataca, príncipe! ¡¿Qué acaso no aprendiste nada de lo que mi sobrino te enseñó?! ¡Honra sus enseñanzas por lo menos!
—Sus enseñanzas... ¿Te digo algo? Tristan decía que eras un viejo irritable, malhumorado que siempre iba a los bares para acostarse con la dueña del lugar, ¿es eso cierto?
Me pareció ver humo sobre su cabeza.
—Entonces sí.
—Deshonras el apellido del difunto rey y de nuestra reina actual. No mereces el apellido que te fue otorgado cuando naciste.
—Noticia de última hora, general. Mi apellido real es Reinfred. Supongo que sabes lo que significa. Creo que Linette se quería ahorrar la vergüenza, pero ella no es diferente.
—¿¡Cómo te atreves a hablar así de la reina!? ¡Bañaré mi espada con tu sucia sangre!
Atacó rápido y conciso. Sin titubeos o pausas. Una vez más esquivé todos los ataques, pero apenas podía regresar los golpes. Debía analizar sus movimientos perfectamente bien para encontrar su punto débil. El problema era que el general Alastor no llevaba un patrón de ataques. Era impredecible.
Mierda.
Sonrió de lado cuando rasgó mi brazo con la hoja de su espada. Toqué la zona herida y apenas corrió sangre.
—Solo esquivas —bufó—. Ahora veo que Asher es mucho mejor en estos temas. ¿Qué se puede esperar de un príncipe traidor que siempre fue consentido?