CAPITULO IX

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Lo más atroz que he presenciado en mi vida

Salgo del dormitorio una vez que tomo mi desayuno. Al no saber qué hacer decido ir hacia algún lugar que no sea estar en la alcoba. Makenna ya se llevó la bandeja vacía a la cocina y diviso los largos y anchos pasillos mientras camino. Aunque las paredes son un tanto oscuras no se ven en mal estado.

Llego hasta las escaleras y me topo con el anciano.

—Mi señora. —el mayordomo de mi esposo me saluda. —¿Cómo está usted?

—Muy bien, señor Arnold. —le respondo.

—Por favor, solo llámame Arnold. Soy yo el que debo ser cortés con usted.

—Está bien. —le digo con la misma sonrisa que me destina.

—¿Gusta que le muestre el castillo? —se ofrece amablemente.

—Por supuesto.

Comenzamos el recorrido por todos los pasillos mientras él me explica sobre cómo maneja el lugar y la supervisión de la servidumbre. Y no solo eso, sino que también me cuenta historias que han ocurrido aquí.

—El palacio tiene doscientos veintiún años de haberse construido por un caballero importante de la antigua Grecia. —explica —Al llegar la época oscura las civilizaciones se apresuraron a construir sus hogares con materiales más resistentes. —me relata de pronto bajando el nivel de su voz como si lo que me fuese a revelar a continuación fuese delicado y luego mira hacia todos lados asegurándose de que nadie esté cerca. —Dicen que hubo muchas migraciones de distintas poblaciones. Que con las guerras en esos tiempos hubo empobrecimiento, aislamiento para los extranjeros y hambruna incluso para las clases altas. Pero hay quienes dicen todo lo contrario. Muchos cuentan que no hubo ni lo uno ni lo otro... —el misterio con el que lo dice me causa intriga. —Unos aseguran que algo mucho peor que el empobrecimiento asechaba en los reinos. Pero hay dos cuestiones. Una: ¿Cuál era la verdadera oscuridad como para acabar con miles de personas? Y dos: Si solo era pobreza ¿Por qué los de la alta sociedad se apresuraron a construir sus castillos con materiales finos si solo sufrían por la agonía del hambre? —mi cara muestra cierto asombro que hasta emito un "oh" con los labios. —Y lo más extraño es... —continúa el mayordomo aún en voz baja. —¿Por qué buscaron desesperadamente la protección de clérigos y hechiceros que específicamente eran los que portaban la magia?

—¿Magia? —pregunto aún más asombrada. —¿Para qué la necesitaban?

—Ese es un misterio que nadie se atreve a resolver. —suspira —Los ancianos que aseguran ese hecho dicen que hubo algo muy malo aterrorizando los pueblos y las ciudades dejando a su vez devastaciones por todas partes.

—¿Y ellos cómo lo saben?

—Por historias que sus abuelos les han contado por años. —añade —Mi bisabuelo (que en paz descanse) solía decir que no se podía salir a las calles después de las seis, ni mucho menos acercarse a los espesos bosques. Algo raptaba a los que libremente se paseaban por ahí. Y que a partir de eso la economía fue disminuyendo notoriamente hasta llegar a un nivel miserable, donde solo quedó la destrucción de bienes de los palacios y la pobreza extrema para los pueblos. Los trabajadores no rendían como debían debido a las energías que les arrebataban durante la noche.

—Eso es terrible. —exclamo un poco perturbada. —Pero, ¿quiénes lo hacían? ¿Quiénes les robaba la energía y los asechaba? ¿Tu bisabuelo no te lo contó? —así como me asusta escuchar aquello también lo encuentro interesante.

—No, señora. Pero la pregunta correcta no es ¿quiénes? Sino ¿qué? —revela y lo miro confundida. Al notarlo, él me lo aclara. —Escuchar esta historia por años me da la impresión de que no eran humanos los que tenían ese oscuro poder como para acabar con tantas personas inocentes, sino que más bien fueron seres que están más allá de nuestro entendimiento. Criaturas poderosas, más aterradoras que los ogros y los duendes. —se queda en silencio por un momento. Seguro pensativo. —Lo único relevante que mi bisabuelo solía decir era que en los registros sagrados del antiguo imperio Thang está escrito lo que realmente sucedió en la época del oscurantismo.

UN TOQUE DE FELICIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora