CAPITULO LXX

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Tan iguales, pero al mismo tiempo tan diferentes

Con el dolor azotado en mi cuerpo por la lucha, me levanto del suelo y luego me sacudo la tierra que tengo en la ropa. Hasta hojas secas extraigo de mi cabello.

Lidxy logró huir y yo ya no tengo nada más qué hacer aquí, el bosque se oscurece más, así que regreso al campo de batalla. Noto que han elimino a más de la mitad de las brujas y demonios, pero también muchos de los soldados han muerto. De los que quedan con vida ninguno se rinde, pelean con las fuerzas y el valor que aún prevalecen.

A lo lejos Aria y Gastón usan sus habilidades mágicas sincronizados derrotando a varios seres. Al otro lado veo que Hank sigue peleando con la mujer que dice ser su madre. La ira lo tiene poseído, es obvio que le afecta verla allí después de lo que ella hizo. Se lanzan conjuros uno al otro hasta que en un parpadeo soltando una risa resonante, la mujer se esfuma ante sus ojos dejando en el aire una especie de niebla.

El brujo mira hacia todos lados en busca de ella, pero no está. Yo me quedo mirando aquello mientras pestañeo. Fue sorprendente.

¿Cómo hizo eso? Ella desapareció. Escapó. No se ve a la vista. ¿A dónde pudo haberse ido?

Al no verla, Hank arremete contra otras criaturas. Me dio la impresión de que no desea seguir perdiendo el tiempo buscando a su madre.

Sin ganas de quedarme mirando, empleo mi magia para ayudar a Tarren con los demonios que tiene alrededor.

Makai está a unos metros con una ballesta en mano, dispara una flecha enterrándosela a una bruja roja en el ojo, suelta un grito horrible detectando el ataque y se va contra él. Logra acorralarla contra el suelo hasta torcerle el cuello.

Aron y Salvador atrapan a un demonio y Aria que en algún momento se separó de Gastón, le lanza un hechizo que lo pulveriza. Es una muy buena técnica, de esa forma aniquilan a unos cuantos más.

Una bruja negra arremete contra mí logrando derribarme. Me levanto del suelo alerta y le lanzo una bola de energía, pero la evade.

—¿Eso es todo lo que tenéis? —pregunta con burla.

—Por supuesto que no. —le lanzo otro hechizo, pero también lo evita en un movimiento rápido.

—Eso estuvo cerca. —se ríe.

—¿Ah sí? A ver si podéis esquivar esto. —le digo intentando una técnica diferente. Haré lo que hice ese día cuando salí de Thenaleer, haré que esas raíces salgan del suelo. Me concentro moviendo los dedos como lo hice aquella vez.

Pero ni con la fuerza que le pongo a mis manos hago que funcione. No sale nada.

—¿Eso es todo? —se burla soltando una carcajada.

Me siento patética.

—Solo espera un minuto y verás. —no me rindo.

—Intenta no hacer tanta fuerza querida, o morirás. —se ríe más alto.

—¿Esto te divierte? —me enojo —¡Haré que te tragues esas palabras!

Y sin poder esperarlo ni creerlo gruesas raíces de árbol brotan de la tierra atrapándola. Bueno, más que atraparla se incrustan en su cuerpo. Las puntas la atraviesan como si fuesen lanzan. Yo misma me quedo asombrada mirando aquello y al igual que a mí eso también la toma por sorpresa a ella.

Vaya, al parecer sí funcionó tanto esfuerzo y me emociono por eso. Es la segunda vez que lo hago. Pero entonces, caigo en cuenta de que eso no la mata. Aún sigue allí con vida y en su expresión se ve mucha ira.

UN TOQUE DE FELICIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora