CAPITULO LXIX

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Dos confesiones. Doble herida

Para sorpresa de todos nos quedamos con la boca abierta y desconcertados. Todos los Sunlivey se deben estar preguntando: "¿Hank tiene mamá?" Porque nunca le habían visto ningún familiar desde que lo conocen. El único cercano era Logan, pero solo era su mejor amigo.

Aunque claro, a pesar de que el brujo me haya contado sobre su madre no tenía idea de que ella aún siguiese con vida. Verla allí de pie me hace pensar que tal parece de alguna manera obtuvo... eso.

Es una mujer muy hermosa, sus rasgos son parecidos a los de él. Algunos mechones de su cabello ondulado le caen a los costados con gracia iluminando su rostro con una suavidad angelical.

Perversamente angelical porque es una bruja, y una muy mala por lo que me contó él.

Pero bueno, el hecho de que ella esté allí frente a Hank me causa una mala espina. Él, aparte de lo impactado que está por verla de nuevo, tampoco le causa emoción tener ahí. Después de unos segundos de puro silencio el brujo le habla frunciendo las cejas con notable irritación.

—¿Qué estáis haciendo aquí? —la mira severamente.

—Te ves diferente. —es lo que le contesta mientras lo observa de arriba-abajo. —¿Qué sucedió con tus ojos? —pregunta con un raro brillo en los suyos —Por un momento no creí haberte encontrado de esta forma, te convertiste en un hombre, ya no eres tan pequeño.

A cada lado de ella hay más brujas rojas y al igual que los guerreros, ellas prestan atención a la conversación entre la rubia y Hank.

—Tal vez porque crecí y me convertí en la sombra de ese niño al que dañaste. —la tonalidad y la mirada del brujo es de total desprecio.

—Sí, sé que cometí muchos errores, pero creo que, así como todos merezco una segunda oportunidad, ¿no es así? Tú mismo lo decías, ¿recuerdas?

Hank aprieta los labios más enojado.

—Tú no la mereces. —le dice —No lo volveré a repetir, ¿qué diablos hacéis aquí?

La mujer exhala derrotada. Por un instante noto cierto atisbo de arrepentimiento en sus ojos, aunque no estoy muy segura. Solo está fingiendo.

—Vine a ver cómo está mi hijo. —ella le sonríe al tiempo que se encoge de hombros, como si de verdad le alegrase verlo.

—En tu vida volváis a decirme así. —el brujo aprieta los dientes —Dejé de ser tu hijo desde ese día.

—Pero qué dices, pequeño. Sigo siendo tu madre, aunque haya pasado lo que pasó. —lo dice en un tono dulzón con mucha tranquilidad como si no hubiese sido nada, y de solo escucharla decir aquello me hace dar ganas de golpearla. Ella le hizo daño y sé que de alguna manera esto le afecta a él. —¿Podemos dejar el pasado atrás y olvidar lo que pasó? —se atreve a decirle.

Hank se pone más furioso.

—¡¿Olvidar lo que pasó?! —veo que aprieta los puños con fuerza y alrededor de ellos comienza a brotar una bruma de energía. Tiene la intención de atacarla. —¡¿Cómo te atreves a aparecer y simplemente decirme que lo olvide?! Todo esto que me está pasando es por tu culpa. —se refiere a eso que tanto lo aflige.

Es ahí donde le lanza el hechizo, pero ella lo esquiva con facilidad. O bueno, más que esquivar lo toma entre sus manos desvaneciéndolo.

—Eso no funcionará conmigo, querido.

—Te lo preguntaré una última vez. —forma otra bruma de energía en sus manos. —¡¿Qué diablos hacéis aquí?!

Sin pensarlo o esperar una respuesta de su parte vuelve a lanzarle el ataque varias veces seguidas con rabia. Su madre usa su defensa para esquivarlas y desvanecerlas a la vez.

UN TOQUE DE FELICIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora