La fortaleza Ashwood
Han pasado casi dos meses desde que Tarren salió de Thenaleer y el deseo de verlo, de estar entre sus brazos; me está volviendo loca. Esta lejanía ha sido un suplicio para mí y necesito estar a su lado. El corazón no deja de retumbarme en el pecho por los nervios y mis manos se encuentran frías.
Un día ha transcurrido desde que partimos de Aldovia. Hemos tenido que acampar para poder pasar la noche y ha sido una tortura para nosotras. Ninguna de las dos está acostumbrada a los viajes tan largos y se hace más difícil con tantos hombres a nuestro alrededor y actuando como tal.
Incluso, hace unas horas un muchacho se burló de mí porque caminaba como una señorita, no sabiendo que realmente soy una mujer. Y fue donde rápidamente cambié la forma de caminar. Me di cuenta que estaba cometiendo ese error.
—Siento que voy a reventar. —me susurra Priscila al lado.
—Yo también. —le digo en el mismo tono.
Ya no me aguanto las ganas de orinar. <<Maldición>>
En este momento nos encontramos dentro del carruaje y dos hombres están frente a nosotras mirándonos raro.
—No lo soporto más. —vuelve a susurrar la vidente.
Entonces como si la suerte estuviese a nuestro favor, la carroza se detiene.
—Haremos un alto. —un soldado aparece por la ventanilla.
Sin pensarlo mucho nos bajamos. Algunos toman agua, otros estiran los músculos y otros se retiran hacia el pastal para orinar. Es un acto desagradable a la vista. No estoy mirando sus penes, pero si el chorro que sale.
<<Qué horror>>
—¿Cómo demonios vamos a hacer nuestras necesidades? —pregunto frustrada en voz baja.
—¡Solo tienen cinco minutos! —avisa un escolta.
<<¿Tan poco?>>
Las dos nos miramos desconcertadas.
A unos pocos metros veo un bosquecillo. Allí podríamos ir, así que señalo ese lugar para que ella comprenda lo que quiero decir.
Pero...
—¿A dónde van? —uno de los caballeros nos detiene en cuanto damos unos pasos.
Nos ponemos nerviosas.
—Solo iremos a hacer nuestras necesidades. —le responde la vidente cambiando su voz aguda a un tono grave.
—¿No pueden hacerlo aquí como todos los demás? —eleva una ceja con seriedad.
—Me parece inapropiado, señor.
Uno de los voluntarios suelta una risilla.
—A mí se me hace que estos dos son unas florecitas. —exclama con burla.
Nos tornamos rojas.
—Claro que no. —digo engruesando la voz.
—Creo que sí. Irán a esconderse para que nos los vean. Sus penes deben ser muy pequeños entonces. Más que todo el tuyo.
¡¿Por qué el soldado a cargo no le dice nada a este idiota?!
—¡¿Cómo se atreve a...?!
—¡Eso no es cierto! Dejadnos en paz. —inmediatamente interrumpo a Priscila.
Sin pensarlo estaba soltando su enojo en su tono femenino. Los hombres fruncen las cejas confundidos y desconcertados.
Pero el voluntario nos sigue molestando y haciendo comentarios inapropiados.
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UN TOQUE DE FELICIDAD
FantasyDescubrid ahora la magia que os brinda el mundo, los misterios que posee y lo dispuesto/a que estáis por descubrirlos todos. Los secretos escondidos en estas páginas son un pase para aventuraros a un mundo lleno de fantasía y un poco de detonación i...