CAPITULO XXVII

26 2 0
                                    

—Dinos ¿quién rayos eres?

—Un invasor. Y si no abren las puertas ¡Las destruiré!

Llevo media hora con esa pregunta en la cabeza hasta que tomo una decisión.

—¡Sí! —le grito a Hank quien se sobresalta en la silla. Se estaba quedando dormido, y por la comisura de la boca le chorrea un hilo de baba. —Sí quiero aprender magia blanca. —le repito.

No creo que a Tarren le importe ¿o sí? Siempre está ocupado haciendo una cosa y la otra, y sería buena idea que yo también le ayude en algo. Sabiendo sobre hechizos podría proteger también el castillo.

—Al fin das una respuesta, creí que envejecería esperando. Hasta compré una poción en el tercer sueño. —se queja mientras se frota los ojos.

—Qué exagerado. —resoplo.

—Ahora, observa. —se levanta de la silla y extiende el brazo hacia adelante con la palma abierta hacia arriba y los dedos medio encorvados.

Lo miro atenta, y en un momento una luz azul brillante va apareciendo sobre su mano creando una bola de energía perfectamente redondeada. Ante esa aparición abro los ojos impactada y deslumbrada al mismo tiempo, ya que sus destellos son tanto cálidos como hermosos y nunca en mi vida había visto algo parecido. ¿Cómo puede hacer eso?

—Observa esta luz en mi mano. —me exige el brujo sacándome de mi anonadamiento. —Es un pequeño cúmulo de energía que brota de mi cuerpo. Esto a su vez puede absorber o potenciar el shik si se manipula correctamente. —a medida que pasan los segundos la bola se acrecienta con la ayuda de su otra mano, quedando así en medio de sus palmas.

El asombro que tengo estampado en la cara no se disipa por más que trate de pensar en otra cosa, ni siquiera puedo apartar los ojos de esa luz. Es tan maravilloso ver cómo los destellos fluyen entre los dedos de Hank que hasta yo quiero hacer lo mismo.

La bola de energía se desvanece antes de que mis dedos lleguen a ella. Por ello despierto del hipnotismo en el que estaba.

—No debéis tocar la energía de esa forma, te puedes hacer daño. —gruñe. Ahora entiendo que él la hizo desaparecer a propósito. —Por lo que veo quedó maravillada con lo que hice, y no solo eso, sino que también pareces tener lo básico para estas cosas. —me inspecciona de arriba abajo mientras entrecierra los ojos.

—¿Entonces tú crees que puedo llegar a ser una bruja? —inquiero animada.

—Bueno, solo es una suposición. Tendría que enseñarte poco a poco para ver cómo evolucionas, pero sí. Tengo fe en que podéis llegar a ser tan buena como yo. —parlotea —La primera vez que la vi creí que eras una persona introvertida y de poca inteligencia, pero después de tratarla me estoy dando cuenta que eres lo contrario, y por lo que veo esa curiosidad y entusiasmo que tiene la llevará a un rápido aprendizaje.

—Y por lo que yo veo tiendes a juzgar a las personas sin conocerlas. —me pongo las manos en la cintura.

—Sí, eso es cierto. —el condenado no lo niega. —Ahora que te estoy otorgando tu primera clase y primera prueba quiero que hagáis algo muy sencillo. —empieza —Quiero que dibujes las formas ya trazadas aquí con precisión utilizando estos instrumentos o herramientas. Como lo queráis llamar. —señala los pergaminos que tienen gráficos de esos símbolos extraños. —Te mostraré cómo. Si sabes contar podrás usarlo fácilmente, ya que lo que está dibujado en el pergamino es el diseño del instrumento mágico. Y con "instrumento" me refiero a las formas no a los instrumentos musicales. ¿Lo tenéis claro? A.las.formas. —separa las letras como si yo careciese de entendimiento.

UN TOQUE DE FELICIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora