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DIA 1
La práctica finalmente terminó.
A Tendo le encantó. Fue otro buen día para él y para el equipo.
Lo que no le gustó del todo fue...
"¿Di-disculpa?" Una pequeña voz femenina a su izquierda.
"¿Puedo ayudarte?", respondió, casi con rudeza. Sabía lo que iba a pasar, especialmente por la forma en que sostenías la pequeña caja de regalo cuidadosamente envuelta entre tus manos.
"Lamento mucho molestarte, Tendo..." comenzaste, mirando tímidamente al hombre más alto.
Tendo casi puso los ojos en blanco. Solo quería decirte que te fueras. No podía soportarlo más. Solo quería irse a casa, pero ahí estabas tú, una chica linda que decía su nombre con la voz más dulce, tratando de usarlo para llegar a su amigo.
Sería bueno que no me pasaran por alto por una vez. No solo era molesto tener que pasar por esto casi todos los días, sino que también era doloroso. Eras tan linda y bonita. Recordó haberte visto por ahí y haber observado su práctica varias veces.
—Te hice esto. Me preguntaba si lo aceptarías. —La niña levantó los brazos aún más, mostrándole la pequeña caja al jugador de voleibol.
"Escucha..." Tendo casi respondió en su forma habitual, diciéndoles a las chicas que se fueran porque Ushiwaka no quería sus regalos de todos modos, pero luego se dio cuenta de lo que dijiste.
¿Un regalo para él? Esto era nuevo. Querías ganarte su confianza y acercarte a él solo para que pudiera presentarte a Ushiwaka. ¿No es así?
Figuras.
"U-um, no tienes que hacerlo... si no quieres." Hablaste después de que Tendo estuvo en silencio por un tiempo, pensando.
"¿Es para mí?" se preguntó.
—¡Sí! ¡Es para ti! Lo hice sólo para ti, Tendo.
Antes de que él pudiera decir algo, decidiste seguir diciendo lo que pensabas, asegurándote de que entendiera el alcance de tu propósito de estar frente a él hoy.
"He estado viniendo a verte practicar desde hace un tiempo... eres increíble. Eres muy alto y un gran bloqueador. Puedo decir que disfrutas mucho jugando el juego... siempre tienes una sonrisa en tu rostro cuando juegas. Y disfruto mucho viéndote... también".
Tendo estaba aturdido, por decir lo menos. Hablaste sin siquiera mirarlo. Lo que dijiste no sonó ensayado ni improvisado.
No estaba seguro de qué decir o hacer. Tampoco sabía si estaba convencido.
"Me tomé el tiempo de aprender que a ti también te gusta mucho el chocolate... por eso lo hice para ti. Me llevó un tiempo lograr la receta correcta, pero lo hice solo para ti... así que realmente apreciaría que pudieras aceptar mi arduo trabajo". Miraste al suelo, con el rostro enrojecido y avergonzado, con los brazos estirados. No podías creer que le habías abierto casi todo tu corazón cuando ni siquiera te había dicho más de una palabra.
