𝐒𝐇𝐈𝐑𝐀𝐁𝐔 𝐊𝐄𝐍𝐉𝐈𝐑𝐎𝐔

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A él

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A él

Después de terminar la universidad, la vida de Shirabu se había convertido en una interminable monotonía. Alarma a las seis, correr a lo largo del río, trabajar, volver a casa; alarma a las seis, correr a lo largo del río, trabajar, volver a casa. Una vez al mes, más o menos, se reunía con algunos colegas para tomar una copa, o con sus amigos del instituto para ver algún partido de los Schweiden Adlers, pero, aparte de eso, tenía que admitir que su vida era bastante aburrida.

No se arrepentía de haber dejado el voleibol. Esa parte de su vida ya había pasado y si no podía jugar para Wakatoshi, no le importaba jugar para nadie más. Pero con cada día que pasaba, Shirabu sentía cada vez más que faltaba algo.

No pudo señalar la razón exacta.

Tenía un apartamento decente, lleno de comodidades suficientes; su armario estaba lleno de camisas de alta gama y elegantes corbatas a juego; todos lo respetaban en el trabajo y sus evaluaciones de desempeño siempre eran impecables; además, su salario era lo suficientemente bueno como para no tener que preocuparse por nada, realmente una hazaña en estos tiempos.

Entonces ¿cuál era el problema?

Esa era la pregunta que se hacía Shirabu Kenjirō, con su mirada desenfocada fija en su humeante taza de capuchino, cuando le trajiste el desayuno.

Al hombre del flequillo oblicuo nunca le había gustado cocinar, por lo que había cogido la costumbre de desayunar en el pequeño restaurante de brunch medio escondido cerca de la estación de tren que utilizaba para llegar al centro de Sendai. Era un lugar sencillo pero acogedor, los gofres estaban deliciosos y el personal era afable sin ser demasiado exuberante.

"Aquí tienes", dijiste con una sonrisa radiante, colocando un gofre esponjoso acompañado de una guarnición de frutas frente al hombre.

Shirabu le agradeció distraídamente sin levantar la cabeza, con la mirada todavía fija en su taza. Cuando finalmente miró el plato, se encontró con una cara sonriente dibujada en crema batida frente a él.

Tras un par de segundos de vacilación, con los labios ligeramente separados y las manos aún en el aire, se giró hacia el mostrador, buscándote, un ¿ por qué? fuerte y confuso resonando en su cabeza, pero tú ya habías desaparecido entre el tintineo de platos y tazas en la parte trasera de la tienda.

Había pedido ya ese desayuno un sinfín de veces, metódico como era, pero nunca antes había visto una cara sonriente en su gofre. ¿Qué había cambiado hoy? Tal vez se tratara de algún tipo de promoción , supuso. Se inclinó ligeramente hacia el anciano sentado en la mesa de al lado para ver si también tenía algo especial en su plato, pero no vio nada extraño.

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Cuando tomaste la orden del hombre que venía al restaurante todos los días, notaste que parecía un poco deprimido y, por alguna razón, sentiste que se te hundía un poco el corazón al verlo. Calculaste que probablemente tendría tu misma edad y, por la forma en que vestía, seguramente era un empleado de oficina. Siempre tenía un aire serio, educado y bastante reservado, y por alguna razón eso había llamado tu atención. Querías saber más sobre él, y el hecho de que fuera bastante guapo solo ayudó a que la chispa de la curiosidad creciera. Tenía el cabello de color cobre peinado con un peculiar flequillo asimétrico, lindos ojos color avellana y un cuerpo delgado pero aparentemente tonificado. También tenía un aura fuerte y enigmática a su alrededor que rápidamente despertó tu interés.

𝐕𝐎𝐋𝐋𝐄𝐘𝐁𝐀𝐋𝐋 ʰᵃᶤᵏʸᵘᵘ ˣ ʳᵉᵃᵈᵉʳDonde viven las historias. Descúbrelo ahora