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La pelota se estrella contra la arena con un ruido sordo, el sol calienta la espalda desnuda de Hinata. El voleibol de playa siempre es divertido, un poco más difícil, pero más despreocupado. El ambiente es más amigable, hay menos competencia para ganar el juego.
El otro equipo tiene posesión de la pelota, y honestamente él está empezando a sentirse un poco ansioso por saltar. Mientras el lado opuesto se prepara para sacar, Hinata mira hacia el mar. Se suponía que iba a ser un barrido rápido de la playa, solo porque necesitaba calmarse por un segundo. Pero algo más llama su atención. Se siente como un tirón en su corazón, un presentimiento que arrastra su mirada hacia ti. Se centra en tu figura en el agua, de pie sobre una tabla de surf y deslizándose con las olas del océano.
Ahora, Hinata no sabe casi nada sobre surf, pero tú te quedas en la tabla, así que debes ser bastante bueno, ¿verdad? Lo estás haciendo sin esfuerzo, como si fuera tan simple como caminar hacia ti.
Por alguna razón, no puede apartar la mirada, su cerebro no se lo permite. Ha visto muchos surfistas, siempre salen cuando él está en la playa. Siempre ha pensado que el surf es genial, pero nunca lo ha probado, está demasiado ocupado con el voleibol como para probar otra cosa. Sin embargo, sigue observándote, olvidándose del juego que todavía se desarrolla a su alrededor. Al principio está impresionado, impresionado de que puedas mantener el equilibrio tan fácilmente, pero a medida que te acercas a la orilla, se da cuenta de que...
oh, vaya.
Eres hermosa
Ha visto muchas mujeres en su tiempo en Brasil, pero ninguna como tú. Ninguna tan bonita o tan intrigante como tú. Nunca ha estado interesado en citas o en chicas en general, incluso en la escuela secundaria, siempre estaba ocupado con el voleibol. Todavía lo está. Todo lo que realmente piensa es en voleibol, así ha sido durante años.
pero...
Hay algo en ti. Tal vez sea tu cabello, o la forma en que se ve tu piel mojada, o tal vez la mirada despreocupada en tu rostro. Él no está seguro, eres solo... tú .
Él decide allí mismo que tiene que conocerte, tiene que hablar contigo y descubrir cómo suena tu voz. Tiene que verte de cerca, para conocerte.
Sin embargo, antes de que pueda moverse, la pelota vuela hacia su cara, golpeándolo en un costado de su cabeza. Sigue un pinchazo agudo, y cae hacia atrás en la arena con un gruñido, su mano frotando su piel. Sin embargo, sus ojos se dirigen hacia ti, y de repente lo estás mirando. Ni siquiera puede escuchar los sonidos de sus amigos riéndose o preguntándole si está bien, no puede escuchar los sonidos del océano o las gaviotas volando sobre su cabeza. Todo lo que puede ver es a ti. A ti y a tu linda sonrisa mientras intentas contener la risa.
Ni siquiera le da vergüenza que probablemente hayas visto cómo lo golpeaste, y no le da vergüenza que te esté mirando descaradamente. Está demasiado cautivado por ti como para sentir algo más que atracción. Su pecho se siente apretado y revolotea... ¿así es como se siente el amor? Así es como se siente cuando come buena comida, o cuando obtiene un punto.
Después de un puñado de segundos, finalmente recupera la compostura. Después de ordenar su cerebro, forma un pensamiento coherente.
Él va para allá.
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