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—¡(T/N)! ¡Tu marido está jodido! —dijo Konoha arrastrando las palabras, estaba claro como el día que su marido estaba borracho. Bokuto y Komi lo sujetaban de los brazos, sus pies se arrastraban contra el suelo con cada paso que daban. Bokuto estaba de vuelta en la ciudad, los antiguos compañeros de equipo no se habían visto en años. Akaashi no había visto a Bokuto en un año y 6 meses. Lo mantuvo en su calendario, Bokuto tenía una semana libre, así que decidió llevar a los chicos a tomar algo y, claramente, Akaashi había bebido demasiado.
Akaashi te miró, sus mejillas estaban sonrosadas y sus ojos estaban desenfocados, "Lo siento cariño, no era mi intención emborracharme".
Te reíste, apenas podías entender las palabras que decía. "Está bien, te divertiste".
—¿Lo quieres o necesitas que lo metamos en la cama? —preguntó Komi, estaba luchando por sostener el peso muerto de su esposo, aunque no era musculoso como Bokuto, tenía algo de altura.
—Ya lo tengo, ¿están bien para conducir o necesitan pasar la noche aquí? —Fijaste tu mirada en Konoha, él era el más borracho de todos. A diferencia de Akaashi, él podía sostenerse, pero no podía caminar derecho. Se chocaba contra tu pared todo el tiempo.
"Komi es nuestro conductor designado". Konoha le dio una fuerte palmada en la espalda y lo abrazó con cariño. Komi lo empujó, se disculpó por el comportamiento de Konhoa y luego lo echó de la puerta de entrada profiriendo algunas malas palabras al hombre de cabello rubio.
Bokuto colocó a tu esposo en tus brazos, tú lo aceptaste con gusto. Era bastante pesado pero de alguna manera lograste sostenerlo. Sus brazos rodeaban tu cintura, su rostro estaba en tu cuello. Prácticamente podías oler el alcohol en su aliento. "Dile a Akaashi que pasaré por la mañana para verlo antes de irme".
-Te va a extrañar, ¿sabes?
Bokuto se rió entre dientes: "Creo que lo extraño más de lo que él me extraña a mí. No hay un minuto en el que no esté pensando en él".
Frotaste la espalda de tu marido con la esperanza de que estuviera escuchando esto. "Gracias Bokuto-san. Estoy seguro de que te escucha. Bokuto le dio una última palmada en el hombro antes de alejarse. "¿Puedes cerrar la puerta con llave al salir?"
Con el último adiós, Bokuto se fue de tu casa. Arrastraste a tu marido borracho lo mejor que pudiste en la habitación que compartías. Se dejó caer en la cama, con los brazos extendidos a los costados y los ojos cerrados. Comenzaste a desvestirlo, ya eran las 3 de la mañana. Cuanto más rápido lo hicieras, más rápido podrías volver a dormir.
—¡Vaya, vaya, mujeres! —Se levantó de golpe de la cama y apartó tus manos del botón de sus pantalones. Te miró con las cejas fruncidas por la ira—. Tengo esposa —dijo arrastrando las palabras y apartó tus manos de sus pantalones.
Dejaste escapar un suspiro tembloroso, fue una sensación de alivio, pensaste que habías hecho algo mal.
—Keiji, ya no estás en el bar, estás en casa. Yo soy tu esposa. —Miró a su alrededor y sus ojos se posaron en ti. Con su mano temblorosa encendió la lámpara que estaba al lado de tu cama. Sus ojos se iluminaron cuando te vio.
Él sonrió, recostándose sobre sus codos, "Oh, hola sexy".
Te reíste y dije: "Eres mucho más atrevido cuando estás borracho".
Señaló su boca: "No puedo controlarlo".
Sacudiste la cabeza, lo ayudaste a quitarse los vaqueros y la camiseta. Lo desnudaste hasta quedar en calzoncillos. Ya estaba roncando y tú no habías terminado con él.
Lo despertaste a la fuerza, le hiciste comer pan y beber un poco de agua. Él se resistió, pero no ganó.
—Vete a dormir, Akaashi.
Ahora estabas en la cama dándole la espalda. Te tomó de la cintura, tu espalda se encontró con su pecho y tu trasero con su pene cubierto, se acurrucó contra tu cuerpo poniéndose cómodo. "Te amo tanto. No te cambiaría por ninguna otra mujer". Te susurró al oído: "No puedo esperar a que tengamos nuestra propia familia".
—Mmm, vete a dormir, Keiji.
—Está bien, nena, te amo. —Su rostro encontró su camino hacia tu cuello, su aliento te hacía cosquillas y te dificultaba conciliar el sueño. Aunque lo último que querías hacer era dormir, tenías demasiado miedo de que pudiera tener una intoxicación alcohólica. Él nunca bebía, al menos nunca se emborrachaba antes, no que tú supieras.
"Yo también te amo. Buenas noches."
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