¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La luna brilla sobre Miyagi mientras tú y tus amigos celebran su éxito al abrir su propio negocio. Era solo cuestión de tiempo antes de que construyeras algo desde cero, cumpliendo la promesa que te hiciste a ti mismo de visitar tu ciudad natal una vez que abrieras tu tienda. Han pasado cinco años desde la última vez que estuviste en casa. Estabas decidido a regresar y hacer que tus amigos y familiares se sintieran orgullosos.
Sigue adelante, incluso cuando las cosas se pongan difíciles.
Te toca el corazón cada vez: ¿Qué estaba haciendo estos días?
𓇢𓆸 más tarde esa noche
La campana suena una vez más mientras los clientes ingresan al caótico restaurante; los platos se acumulan en cada mesa mientras el trabajo termina para cada adulto.
—Creo que ya es suficiente por esta noche, T/N —exclama tu amiga preocupada mientras te frota la espalda en círculos.
Lo que empezó con tragos ligeros y risas burbujeantes termina con tu cara sobre una mesa fría de metal. Tus amigos te dan empujones preocupados, temiendo que la última ronda te haga vomitar.
Tu amiga de cabello negro se ríe nerviosamente y tú solo emites gemidos como señal de vida. "¡Está bien! ¿Estás lista para llevarte este peso ligero a casa?" Ella aplaude y dirige la conversación hacia la chica con rizos que enmarcan su rostro, cuyas cejas se fruncen en señal de preocupación por ti.
Los tres pronto salen del concurrido restaurante y agitan la mano en el aire, esperando que sus palabras lleguen al dueño. "¡Gracias por su servicio!" Sus amigos reprimen una risa mientras los encierran y los sostienen.
"Espero que se despierte y nos dé cien dólares a cada uno por esto mañana", bromea la chica de cabello negro azabache mientras lucha por mantener su parte. Un suspiro se escucha del otro lado mientras la chica de cabello rizado intenta quitarse los rizos de la cara.
Mientras te tambaleas por la tranquila calle iluminada por la luna, tu estado de ebriedad te convierte en un compañero desafiante. De vez en cuando murmuras palabras incoherentes, tus piernas se tambalean y hacen que tus amigos ajusten su agarre con frecuencia. Eres una vista cómica, medio riendo, medio luchando, mientras te abres camino a través de la ciudad soñolienta.
—Tal vez deberíamos haber tomado un taxi —murmura la amiga de cabello rizado, su aliento visible en el aire frío de la noche.
—De ninguna manera, ya casi llegamos —responde la chica de cabello negro, aunque la tensión en su voz sugiere lo contrario.
Justo cuando doblas la esquina, casi chocas con una figura alta. La luz de la calle ilumina sus rasgos familiares: Daichi Sawamura . Sus ojos se abren con sorpresa, luego se suavizan al reconocerlo.
—¡Daichi! —exclama la amiga de pelo rizado, sintiendo un gran alivio—. ¡Perfecto! ¿Puedes ayudarnos a llevar a T/N a casa? Bueno, ha bebido un poco demasiado.
