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Todo el mundo sabe que Nishinoya es un coqueto. Una persona segura de sí misma, extrovertida, ruidosa pero dulce. ¿Y ahora qué pasa contigo? La primera vez que pasa algo, el equipo se preocupa porque piensa que está enfermo (no lo está). Se queda paralizado, se le pone la cara muy roja y empieza a balbucear. Les lleva un momento darse cuenta de que está nervioso.
No eras muy sociable, pero algo en Noya te hacía sentir más segura de ti misma. Tal vez fue la recompensa de su cara roja lloriqueando lo que te dio confianza. Desde que habías empezado a coquetear con él, los dos se habían hecho amigos. Cuando no lo hacías sonrojar, lo hacías reír, intencionalmente o no.
Hoy no fue la excepción. Era el almuerzo y tuviste la idea más perversa en tu cabeza. "Oye, Noya, ¿puedes ver qué es eso?", dices y señalas a la nada, aunque Noya no lo sabía. Cuando gira la cabeza, usas la misma mano con la que señalaste y le devuelves la cara. El índice y el pulgar sostienen su barbilla. "Lo siento, debe haber sido un efecto de la luz".
Pobre Noya. Su cara se pone roja de inmediato y se queda boquiabierto. "Cierra la boca, cariño, te van a entrar bichos". Sonríes, bajas la mano y regresas a tu almuerzo.
Se cubrió la cara con las manos y sacudió la cabeza. —¡T/N! ¡Tú! ¡No puedes simplemente...!
"¿No puedes simplemente qué?"
"¡Coquetea sin querer!"
"¿Quién dice que no lo digo en serio, cariño?"
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