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Kageyama es ajeno a todo lo que no esté relacionado con el voleibol: come, duerme y respira el deporte como si su vida dependiera de ello. Algunos de sus amigos incluso dirían que vive debajo de una piedra por eso. Dicen esto porque no entiende las referencias a la cultura pop que hacen durante los descansos para tomar agua, los memes que envían en el chat grupal o cuando las chicas lo intentan durante las clases.
Él es irremediablemente inconsciente y lo traslada a su relación contigo.
Al principio, fue impresionante lo ajeno que era a tus pistas no tan sutiles sobre tus sentimientos por él. Las líneas de ligue arriesgadas que enviaste dieron como resultado que él te enviara muchos signos de interrogación y una captura de pantalla de una búsqueda de Google de tu línea de ligue, y los corazones que dibujabas en sus hojas de trabajo de alguna manera pasaron desapercibidos a pesar de cuántos dibujaste.
Con el tiempo ha mejorado: te guiña el ojo (intenta hacerlo) en lugar de ofrecerte un pañuelo para quitarte el polvo que creía que tenías en el ojo, y mira fijamente a las chicas que coquetean con él cuando estás a su lado porque sabe lo que es coquetear (gracias a ti), aunque hubo momentos en los que todo su progreso volvió al punto de partida.
Estabas en el asiento delantero del auto con Kageyama, comiendo golosinas que habías comprado en una tienda de conveniencia. Una vez a la semana, ambos probaban algún tipo de refrigerio nuevo allí, esta vez eran palitos de galletas y crema. El refrigerio era bastante bueno, pero estaban tan secos que tenías que seguir tomando sorbos de agua que te quitaban el brillo de labios.
"Oye Tobio, ¿puedes pasarme mi brillo de labios?"
"Claro", se acerca y agarra el producto en el compartimento delantero, incluso desenrosca la tapa para ti.
Sonríes mientras tomas el producto y luego comienzas a aplicar algunas capas en tus labios desnudos. Kageyama te observa todo el tiempo, sus ojos de medianoche trazando el contorno de tus labios frescos y brillantes. Tu corazón se agita cada vez que te observa, tiene esa mirada, es la misma que cuando está en la cancha calculando su próximo movimiento y hace que tus rodillas se sientan débiles porque es como si estuviera pensando qué hacer contigo a continuación.
"¿Quieres probarlo? Tiene sabor a cereza", preguntas, insinuando un beso.
Kageyama levanta las cejas y luego asiente de mala gana.
Cierras los ojos, preparándote para la sensación de sus manos ahuecando tu rostro para besarte, pero no llega. En cambio, cuando abres los ojos, ves a Kageyama inclinado hacia el aplicador de brillo labial, literalmente saboreándolo como si fuera una especie de golosina.
"Uhm... esto no sabe muy bien..." saca la lengua disgustado y decepcionado.
"Tobio..."
—¿Sí? —pregunta como si no hubiera entendido lo que quisiste decir antes.
"Lo decía en serio". Te inclinas para darle un beso en la comisura de los labios, dejando una brillante marca de beso.
El rostro de Kageyama brilla tan intensamente como la señal de pare que hay unos cuantos caminos delante de ti, no solo por el beso sino por su vergüenza de no entender lo que quisiste decir con "sabor".
—Oh, eso es lo que quisiste decir. Lo siento —se disculpa con tanta vergüenza y sinceridad que te hace derretir por dentro.
—Hola, está bien —pones tu mano sobre la suya y le das un apretón tranquilizador—. ¿Quieres compensarme?
y la decepción por no haber posado sus labios sobre los tuyos antes desaparece, porque esta vez entiende lo que quieres decir y te besa, saboreándote junto con el brillo labial con sabor a cereza.
Kageyama no se da cuenta, pero adoras tanto a este chico que no lo querrías de otra manera.
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