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Kenma Kozume, que en su día fue un hábil armador del equipo de voleibol de la escuela secundaria Nekoma, había transformado su pasión por los videojuegos en una carrera lucrativa. Su canal de YouTube y sus transmisiones en Twitch contaban con millones de suscriptores, que lo sintonizaban con entusiasmo para ver su experta jugabilidad y sus ingeniosos comentarios. Su fama se había disparado, lo que le permitió firmar numerosos acuerdos de patrocinio con importantes empresas de videojuegos, cada una de las cuales competía por conseguir su patrocinio para sus últimos lanzamientos.
Te quedaste parada en la puerta de la sala de juegos de última generación de Kenma, mirando a tu novio de casi un año sentado encorvado sobre su consola. El brillo de varios monitores iluminaba su rostro, sus ojos felinos recorrían las pantallas mientras sus dedos bailaban sobre el teclado y el mouse. No pudiste evitar sentir una punzada de soledad, a pesar de estar en la misma habitación.
—Kenma —lo llamaste suavemente, teniendo cuidado de no interrumpir su conversación—. ¿Tienes un minuto?
Sin apartar la vista del partido, Kenma respondió en voz baja: "Ahora no. Estoy en medio de un partido crucial".
Suspiraste, acostumbrada a esa respuesta pero aún decepcionada. "Tenía la esperanza de que pudiéramos hablar sobre nuestros planes para el fin de semana. ¿Quizás salir a algún lado?"
Kenma frunció el ceño ligeramente, más por la concentración en el juego que por tu pregunta. "¿Este fin de semana? Tengo una transmisión patrocinada para ese nuevo MMORPG. Es algo muy importante".
"Pero no hemos tenido una cita formal en semanas", protestaste, tratando de mantener la frustración fuera de tu voz.
Kenma se detuvo por una fracción de segundo, su personaje en la pantalla quedó momentáneamente inactivo. Te miró, su expresión era una mezcla de culpa e irritación. "Mira, sé que ha habido mucha actividad últimamente. El canal está creciendo más rápido que nunca y no puedo dejar pasar estas oportunidades".
Se volvió hacia el juego y sus dedos reanudaron su ritmo frenético. "¿Quieres algo? Usa mi tarjeta de crédito como quieras, compra lo que quieras. Y no interrumpas mis horas de trabajo", agregó con tono indiferente mientras se concentraba nuevamente en el partido en vivo.
Sentiste que se te formaba un nudo en la garganta. "No se trata de dinero, Kenma. Sólo quiero pasar tiempo contigo".
Pero Kenma ya estaba de vuelta en su mundo de juego, con el micrófono activado mientras les gritaba estrategias a sus compañeros de equipo. Sabías que no respondería ahora, no con decenas de miles de espectadores observando cada uno de sus movimientos.
Cuando te diste la vuelta para salir de la sala, viste un destello del chat que pasaba por uno de los monitores. Los fans especulaban sobre la vida personal de Kenma, algunos se preguntaban si estaba soltero. Recordaste la conversación en la que Kenma te había pedido que mantuvieras tu relación en privado, temiendo el impacto que pudiera tener en su carrera y en tu privacidad.
