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El vapor caliente de la ducha se esparció por el baño mientras te cepillabas los dientes con el cepillo. Sugawara estaba terminando de ducharse y cerró el agua. Sin darse cuenta, extendió la mano para tomar su toalla cuando la tomaste del estante y la colocaste en su mano. Se secó y tú escupiste en el lavabo y te enjuagaste la boca con agua fría. Él salió, con la toalla envuelta alrededor de su cintura y te besó la sien.
Te giraste y besaste sus labios, rojos e hinchados por el flujo constante de agua caliente. Suga sonrió en el beso y se apartó para ponerse el pijama. Te quitaste el cabello de la cara y te echaste agua antes de frotar tu limpiador en tu piel. Sugawara terminó de cambiarse y apoyó la cabeza en tu hombro, el cabello húmedo goteando por el costado de tu brazo.
—¡Koshi! —Te reíste, dándole un manotazo con la mano enjabonada. Él se apartó, riéndose suavemente de tu expresión. Tenías la cara enjabonada, los ojos entrecerrados mientras tratabas de no enjabonarte. Te inclinaste y te enjuagaste la cara. Sugawara te pasó una toalla de mano para que te seques las mejillas.
Mientras continuabas con tu régimen nocturno, tomando un algodón y empapándolo con tónico, Sugawara agarró su cepillo de dientes y comenzó a cepillarte. Pasaste el algodón por tu piel y lo arrojaste a la basura, dando un paso atrás para que Koshi tuviera espacio para escupir en el lavabo.
Terminó de cepillarse los dientes y dio un paso atrás, observándote hacer tu pequeña rutina nocturna. Sus ojos se pusieron vidriosos, el cansancio hizo que sus párpados se cayeran. Había sido un día largo, los dos haciendo recados toda la mañana y reuniéndose con amigos por la noche. Él estaba listo para irse a dormir.
Te diste la vuelta, con la crema humectante en la punta de tus dedos. Pasaste tus manos por su frente y mejillas, terminando con un toque en su nariz. Él se estremeció ante la crema fría que contrarrestaba el vapor caliente de la ducha. Sus ojos color avellana se posaron en los tuyos mientras te observaba frotar meticulosamente tu crema humectante en su piel, sin dejar residuos blanquecinos.
Te giraste brevemente hacia el mostrador, te pusiste el bálsamo labial y te giraste para mirar a Sugawara, presionándolo con fuerza y profundidad en sus labios. Te apartaste con una sonrisa descarada y tomaste su mano entre las tuyas.
"Me vuelves loco", dijo, riendo suavemente mientras lo arrastrabas desde el baño cálido y húmedo hacia tu dormitorio. Rápidamente te pusiste el pijama mientras él se metía debajo de tus sábanas y encendía la televisión.
Él extendió sus brazos hacia ti, haciéndote señas para que te metieras en la cama con él. Te subiste a la cama, poniéndote cómoda junto a él. Tu cabeza encajaba perfectamente contra su pecho. Inhalaste profundamente mientras su cabeza se inclinaba para descansar contra la tuya, hojeando películas que ya habías visto para encontrar tu favorita.
—Podemos cuidar el tuyo esta noche, cariño —dijiste dulcemente mientras colocabas tu mano en su cintura y te acurrucabas más profundamente en su pecho.
—¿Estás segura? —preguntó, inclinando la cabeza hacia abajo para mirarte. Cuando asentiste con la cabeza, sonrió y encontró su película favorita, presionando inmediatamente el botón de reproducción. Observaste cómo las sombras de la pantalla del televisor bailaban a lo largo de su rostro, resaltando el puente de su nariz y el contorno de sus labios. Te sorprendió mirándote y te miró de reojo, con una sonrisa juguetona en su rostro.
"Cállate", comentaste, sonriendo suavemente mientras te girabas hacia el televisor.
Él solo sonrió. "Yo también te amo."
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