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"¿lo que le pasó?"
La curiosa figura de Kageyama apareció detrás de ti, haciéndote saltar sobre tu cama con sorpresa. Por un momento, casi olvidaste que se suponía que vendría a tu casa hoy; solo entonces te diste cuenta de que tu madre probablemente le abrió la puerta, dándole la bienvenida con una cálida sonrisa como siempre.
Al ver la mirada perpleja en tu rostro ante su pregunta, Kageyama suspiró mientras se acercaba más, señalando con la mano las pequeñas marcas en tu cuello.
"Deberías conseguir algo que aleje a los mosquitos de tu habitación", explicó, con expresión genuinamente preocupada mientras se sentaba a tu lado y te veía abrir la aplicación de la cámara de tu teléfono. "¿No hay algún aroma que los haga desaparecer o algo así?"
Su pregunta cayó en oídos sordos ya que estabas más concentrado en descubrir exactamente de qué marcas estaba hablando, un resoplido molesto salió de tus labios cuando no pudiste obtener el ángulo correcto para verlas en la cámara de tu teléfono.
Te levantaste y caminaste hacia el gran espejo que estaba en la esquina de tu habitación, con una mirada concentrada en tu rostro mientras te apartabas el cabello para no perturbar tu vista. Kageyama observó en silencio, con una mirada de confusión en su rostro cuando te vio reír al ver las marcas, tus ojos finalmente las captaron en el espejo.
"¿Qué es tan gracioso? Realmente deberías conseguir una mosquitera para las ventanas para esos mosquitos..."
"Kageyama, esas no son exactamente picaduras de mosquitos".
Al oírte decir su nombre, dejó de hablar; su rostro se suavizó un poco, solo para ser invadido por la confusión justo después. Solo podías mirarlo, esperando que conectara los puntos en su cabeza.
En el momento en que finalmente lo hizo, sus ojos se abrieron y rápidamente apartó la mirada por vergüenza.
"Vaya."
Vaya.
Te reíste de nuevo, el sonido hizo eco en tu habitación. Él estaba en su tercer año de secundaria, debería haberse dado cuenta antes, ¿no? Pero al mismo tiempo, tú fuiste su primera novia, su primer beso, su primera cosa románticamente relacionada, para ser honesta. No fue su culpa por no conectar los puntos de inmediato.
Kageyama recordó la situación del día anterior, los pensamientos hicieron que sus mejillas brillaran de un profundo tono rojo; recuerdos de sus manos en sus caderas, labios moviéndose contra los suyos con entusiasmo mientras trataba de no mostrar lo estresado que estaba por todo eso, aparentemente confiado en cada uno de sus movimientos.
Se sintió bien que él moviera sus labios hacia tu cuello en algún momento, el jadeo que dejaste escapar ante el contacto solo demostró que tenía razón. Mordisqueó suavemente la piel, sus manos apretando tus caderas más fuerte para evitar que sintieras lo temblorosas que estaban.
Definitivamente escuchó a sus compañeros mayores, especialmente a Tanaka, hablando de eso en sus años anteriores de escuela secundaria, hablando sobre cómo es "lo que más aman las chicas" o algo por el estilo. No podía recordar las palabras correctamente, ya que había pasado casi un año, pero todavía tenía esa conversación en el fondo de su cabeza.
Sólo Kageyama se olvidó de la parte donde realmente deja marcas.
"Estás terriblemente rojo ahora mismo, Tobio." Tu voz detuvo abruptamente su hilo de pensamientos, su rostro incómodo y avergonzado te hizo reír un poco por lo bajo mientras le alborotabas el cabello. "No te preocupes por eso. Mi mamá no los ha visto".
Dejó escapar un profundo suspiro que ni siquiera sabía que estaba conteniendo; su cuerpo se relajó un poco ante la información.
"Ella me asesinaría si se enterara, ¿no?" murmuró, apoyando instintivamente la cabeza en tu hombro mientras te sentabas a su lado.
"probablemente."
Un silencio cayó sobre ustedes dos por un momento, tu mano subió para cepillar suavemente su cabello, Kageyama se inclinó hacia tu toque.
—Pero a ti... —el chico dudó un momento, pensando en cómo expresar adecuadamente sus pensamientos—. Te gustó, ¿verdad?
Te escuchó tararear, asintiendo con la cabeza en respuesta, con un ligero toque de vergüenza en tu rostro, y fue suficiente respuesta para él.
Los labios de Kageyama se curvaron ligeramente en una leve sonrisa.
Tal vez escuchar a escondidas las conversaciones de sus estudiantes de último año durante las prácticas esos años anteriores no fue tan malo para él después de todo.
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