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Los arándanos eran tricolores. Eran azules por fuera, obviamente, pero cuando los pelabas eran verdes. Y cuando los aplastabas eran morados.
Era solo un conocimiento inútil que se acumulaba en tu cerebro hasta que escuchaste a Hinata llamar a Kageyama "arándano" (ya que el hombre más bajo fue llamado "naranja").
Y luego hiciste la comparación.
La capa "azul" de Tobio era su distanciamiento. La fachada despreocupada que se ponía para no salir herido, las palabras mordaces que solían salir antes de que pudiera pensar en ellas.
—Mira por dónde vas —murmuró bruscamente, mirando hacia abajo sin interés para ver quién lo había chocado, antes de que sus mejillas se pusieran rojas al ver tu sonrisa de disculpa.
Su capa "verde" llegó después de que dejó que la gente se acercara. Verlo convertirse en el idiota más grande que hayas conocido, ya sea por el voleibol o por sus cajas de leche. Fue aprender que el "rey de la cancha" era simplemente... muy incomprendido.
—Toma —Kageyama te entregó una caja de leche, con la voz apagada por la pajita que tenía en la boca mientras bebía su propia leche. Pero sonaba emocionado y eso hizo que sus ojos brillaran—. ¡La máquina me dio dos!
El 'púrpura' llegó después de que finalmente tuviste su corazón en tus manos, un poco tímido, quieto, pero dulce y abierto y como... un sueño.
"Tobio, llegarás tarde al entrenamiento."
El único reconocimiento que vino fue un gemido indignado y prolongado mientras acurrucaba su cabeza más profundamente contra tu estómago desde donde ambos estaban escondidos en la escalera de la escuela.
Tus dedos le rascaron el cuero cabelludo, instándole a echar la cabeza hacia atrás para que pudieras besarle la frente. "Vamos... te acompañaré".
"Beso."
"¿Otro?"
"Te perdiste mis labios."
¿Y no lo adivinarías?
Se quitó todas las capas para que todos lo vieran mientras le proponía matrimonio frente a cientos de personas y miles más que lo miraban en vivo por televisión, después de ganar su primer partido con la selección nacional.
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