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Cuando Atsumu entra, sus ojos se posan instantáneamente en ti y lo primero que piensa es " woah... hermosa ". Se queda mirándote por un segundo, hasta que se da cuenta de lo que está haciendo y sacude la cabeza para aclarar su mente. No quiere parecer un pervertido, pero no puede evitar que sus ojos se desvíen hacia ti. ¿Y cuando escucha tu voz cuando hablas con tu compañera de trabajo? Uf ...
Intenta comportarse con normalidad mientras espera en la cola, de verdad que lo hace, pero fracasa estrepitosamente. Y no es que su comportamiento habitual sea lo que uno consideraría "normal", siendo el rey del drama que es.
Atsumu frunce los labios, sumido en sus pensamientos. Se pregunta cuál sería la mejor estrategia. ¿Quizás mostrarte una de sus sonrisas ganadoras? No, demasiado básico. O tal vez debería hacer la cara. Ya sabes, esa, con una ceja ligeramente levantada, la cabeza un poco inclinada hacia un lado, los ojos entrecerrados. Tal vez incluso se mordiera el labio. No, no . Simplemente recordó que alguien le dijo que esa era una "cara de chico que se folla a alguien".
Antes de que se dé cuenta, lo estás mirando directamente a los ojos. Duda, desconcertado. Son tan bonitos, especialmente de cerca. Hay algo especial en ellos. Atsumu está seguro de que aparecerán en sus sueños una o dos veces. Al menos eso espera.
"¡Bienvenido! ¿Qué puedo ofrecerte hoy?", dices, sonando un poco cansado.
En cierto modo, le gusta. El hecho de que no te escondas detrás de una imagen alegre que es obviamente falsa. Bueno, técnicamente deberías hacerlo ( por el servicio al cliente y todo eso), pero aun así suenas lo suficientemente agradable como para que no le importe. Le gusta la sinceridad en tu voz.
Y cuando parpadeas y lo miras, se da cuenta de que te está mirando. Otra vez .
Atsumu se aclara la garganta, dibuja una sonrisa radiante en su rostro y se inclina un poco hacia delante, apoyando las manos en la encimera. Eso hace que te mire más de cerca a los ojos y... Dios mío... piensa que podría estar enamorado.
—Hola, eh... Me gustaría un Macchiato, de tamaño mediano, por favor, y un... Panini de pesto de pavo —pide.
Tarareas, escribiendo en la caja registradora y tomando un vaso mediano vacío de la pequeña torre que hay frente a ti.
"¿Eso es todo?", preguntas, con un marcador permanente en la mano.
"De hecho, si pudieras agregar tu número de teléfono, por favor", añade, y luego sonríe inocentemente. "Y gracias".
Tu frente se arruga ligeramente, aunque la sonrisa divertida en tus labios le asegura que en realidad no estás enojada .
—Crees que eres muy suave, ¿no? —arqueas una ceja y apoyas una mano en la cadera.
—Eso es porque lo soy. —Se encoge de hombros juguetonamente y te sonríe un poco más.
—Bueno, me temo que eso no está en el menú, señor.
