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No hay nada más jodidamente caliente para ti que tener a tu novio arrodillado entre tus piernas jadeando, recuperándose de su orgasmo anterior, mirándote a pesar de no poder encontrar sus ojos detrás de esos mechones desordenados en su frente, tocándote y golpeando el punto exacto, sonriendo mientras recuerda que nadie conoce tus puntos débiles mejor que él.
—Joder, nena. Estás goteando por todos lados. —No era solo su voz la que se escuchaba mientras cambiaba de posición para mover los dedos más rápido y hacer que tu coño sonara obsceno pero delicioso, aprovechando el goteo de tu semen.
"Dios mío... es tan bueno Rin..."Tus muslos comenzaron a temblar.
—Tienes unos muslos tan bonitos —los besó—. Quiero tenerlos alrededor de mi cuello. No. No era el momento de pensar en tener la cabeza de Rin entre tus piernas. Un regalo tan glorioso como el que tenía podía aprovecharse al máximo si tenía más tiempo.
"Rin" lo llamaste, pero tus ojos volaron hacia el movimiento de su mano en su polla.
Antes no estaba ahí, así que quizá era que chorreabas tanto que no podía dejar quieta su mano. Contemplabas con gemidos robados la capacidad que tenía para masturbarse. No lo hacía con prisas, desesperado por correrse. Administraba su tiempo, le gustaba torturarse observando tu cuerpo. Siempre empezaba lento, de abajo hacia arriba, parando en la punta y escupiendo para excitarse más hasta sentir que estaba cerca. Entonces empezaba a maldecirte, a halagarte, a aumentar la velocidad de su mano.
"Mierda, conejita, eres tan hermosa. Tan jodidamente bonita... mi niña bonita"
Pero esta noche no ibas a dejar que desperdiciara su derrame.
"No vengas todavía, por favor"
—¿Eh? ¿ Qué te hace pensar que lo haré? —Entendió tu petición mientras seguías babeando sobre su polla, ahora roja y a punto de estallar— . ¿Quieres chupármela? —Asentiste con ojos de cachorrita, avergonzada pero lista para ir a por ello—. Entonces, ¿vamos a darle un mejor uso a esa boca? —poco fue suficiente para cerrar tus piernas y pedirte que te acercaras más. El cabrón no te dio ni un segundo de piedad. No iba a andarse con rodeos aunque tu barriga ya hormigueaba por dentro.
"Ábreme bien, conejita"tu mano continuó el recorrido que dejó inconcluso. Apartó un par de mechones de tu cabello para verte mejor (muy amable de su parte) y levantó tu barbilla. "Por favor, fóllame y no pares" pensaste mientras te imaginabas chupándosela. Eso te excitó.
"Me pediste mi polla. Ahora te la voy a dar"
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