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A Atsumu siempre le han gustado los apodos, desde que era pequeño. Es evidente en sus llamados "'samu", "omi omi" y "bokkun". Nunca ha llamado a Suna ni por su nombre ni por su apellido; siempre ha sido Sunarin.
Atsumu no puede recordar la última vez que te llamó por tu verdadero nombre de gobierno. Siempre es bebé, cariño, nene. Siempre le sonríes cuando lo hace, besándole los labios y envolviéndolo con tus brazos.
pero aún así lo llamas Atsumu. Ni amor ni cariño ni bebé, ni siquiera 'Tsumu'. Lo hace resoplar y hacer pucheros y honestamente está al borde de un berrinche cuando piensa en eso. Él usa todos los apodos bajo el sol para ti y, sin embargo, para ti, él es simplemente el viejo Atsumu.
Ustedes dos están sentados en su sofá, acurrucados bajo su brazo, mirando un programa en Netflix al que ninguno de los dos le está prestando atención. Suena su teléfono y lo levanta, riéndote de un mensaje que te envió una de tus amigas de la secundaria, y cuando abres tus mensajes con ella, Atsumu palidece al ver el nombre del contacto.
"¡Bebé!", gime, haciendo que gires la cabeza hacia él. Se separa de ti y se cruza de brazos.
Levantas una ceja. "¿Todo bien, Atsumu?"
Él solo frunce aún más el ceño y señala acusadoramente tu teléfono. "Entonces, ¿puedes llamar a tu amiga 'diosa shimizu' pero ni siquiera puedes molestarte en llamarme 'nena'?"
Parpadeas como un búho. "¿De qué estás hablando?" Dejas tu teléfono en la mesa auxiliar y giras completamente tu cuerpo hacia Atsumu, quien se hunde aún más en los cojines del sofá.
"¿Por qué me llamas atsumu?"
"¿Porque ese es tu nombre?"
—¡No! —dice—. Quiero decir... ¿por qué no me llamas de otra manera? ¿Algún apodo? Ni siquiera me llamas 'tsumu' y literalmente todo el mundo lo hace a menos que estén enojados conmigo.
Suspiras profundamente, "no hablas en serio".
"Es solo que... yo..."
Tu rostro se suaviza mientras Atsumu lucha por encontrar las palabras adecuadas, y colocas una mano tierna sobre su rodilla. "Atsumu", dices suavemente y él te mira. "Uso tu nombre porque me gusta tu nombre. Eres tú. Es tuyo". Tu mano se mueve bajo su barbilla e inclinas su cabeza. "Eres Atsumu. Eres mi Atsumu".
El tono posesivo de tu voz le provoca una descarga eléctrica en la columna. —¿Sí? —dice, estirando la boca en una sonrisa aturdida—. Soy tuyo, ¿eh?
Respondes: "Sí, todo mío". Le tomas la cara con una mano y le acaricias la mandíbula con el pulgar. "Todo el tiempo que quieras".
"Creo que estarás conmigo por un tiempo".
Te ríes y dices: "Creo que puedo vivir con eso".
Atsumu te jala para que te sientes a horcajadas sobre su regazo, pasando sus manos arriba y abajo por tus muslos. Tus propias manos se posan sobre sus hombros mientras él pregunta: "¿Puedes hacerme un favor?"
"claro, ¿qué es?"
Se sonroja un poco y dice: "Llámame algo lindo de vez en cuando".
—Hmm, ¿así? —tarareas, inclinándote hacia delante, tus labios rozando la concha de su oreja—. Bebé .
Atsumu siente que su cerebro se vuelve blando cuando inclinas tu cabeza, presionando un beso lento en la piel de su cuello justo debajo de su oreja. " Amor ", dices de nuevo y el parloteo sin sentido del programa que estaban viendo se desvanece en estática. Atsumu deja de frotar tus muslos, agarrándolos con fuerza.
" Cariño ..." tu ronroneo es tragado por la boca de Atsumu en un beso ardiente, su lengua se desliza dentro de tu boca, lasciva y solícita. Tus dedos pasan por su cabello y agarras algunos mechones, tirando y saboreando el gemido de Atsumu.
Parece que de ahora en adelante lo llamarás mucho más que Atsumu.
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