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Nunca habías disfrutado mucho del sexo oral. Al menos, no hasta que Kuroo te lo hizo por primera vez. Pero antes de eso, tuviste que rogar mucho para que se deslizara entre tus piernas.
"Por favor..."
"Por favor, ¿qué?"
"Deja de hacer eso"
—¿No lo estás disfrutando? —Una nueva caricia apareció en la parte interna de tu muslo, incitándote a mover tus caderas en dirección a su rostro mientras él mordisqueaba justo ahí—. Porque creo que sí lo estás haciendo.
Ya era bastante difícil lidiar con la imagen de Kuroo arrodillado frente a ti, con la mesa del comedor detrás de ti como punto de apoyo para sostenerte cuando su mirada se encontró con la tuya mientras creaba un largo y pausado camino de besos desde tu tobillo, apoyado en su hombro, hasta esa parte de tu muslo donde ya podías sentir el hormigueo que subía hasta tu entrada. Ya era bastante difícil ahora tener que lidiar con él burlándose de ti de manera descarada, pero excitante. De tus quejas, de cómo tu frustración te hizo jalarle el cabello cuando viste que con solo su aliento en tu entrepierna y un poco de imaginación, podrías derramarte sobre su boca.
"¿Te tomará mucho tiempo?"
—Nena, por favor, déjame disfrutar de este maravilloso cuerpo un ratito más y te prometo que podrás usar mi cara las veces que quieras. Te prometo que no pararás de temblar . —Joder . Qué escena más hermosa y lasciva sería tener a Kuroo rogándote por un chorro más cuando aún no ha terminado de probar el último. —Si ya me vuelvo loco con tu olor, no quiero ni imaginarme con tu sabor...
"Tetsuro... ahh tus, tus labios..."
"¿Eh? ¿Qué pasa?"
No pudiste mirar
"Me gusta, por favor hazlo de nuevo"
- ¿Qué, cariño? ¿Qué quieres que haga?
Maldito idiota. Su voz acompañaba muy bien su burla. Especialmente cuando alargó una palabra y esperó expectante a que vieras lo molesto que se volvía cuando se reía de tus súplicas y la forma en que incluso tu ropa interior no servía cuando sus dedos vagaban por ahí.
"Ya sabes a qué carajo me refiero", otra vez tu frustración desbordándose en su cabello. Rápidas imágenes futuras de él comiéndote bruscamente y sin cuidado.
No podías mirar. No podías mirar, joder.
—Está bien... —Pero se salió con la suya y sonrió cuando abriste los ojos y viste como dejaba recorrer su labio inferior en tu coño antes de sacar la lengua y mojar el paño que, según él bien pensaba, ya no servía para nada y pronto haría que te deshicieras de ellos.
—¡Tú, idiota! —Y qué gran bienvenida le diste a su lengua, ahora, acariciándola, meciéndote sobre ella mientras los ojos de Kuroo brillaban de emoción, viendo a través de ellos cómo a él también le gusta probar un poco de su propia medicina. Observándote usarlo a tu antojo.
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