IV.PARTE TEXAS 1.4

62 12 0
                                    

Me pongo mi camiseta de Ferrari y mi pantalón negro, me subo en mis zapatillas y tomo mi mochila.

—Ollie —lo miro jugar con Carlos— Sandra vendrá por los niños, ¿vale?

Asiente, se acerca a mí y me da un beso.

—Suerte, tú eres la mejor de todas. Te veo en el paddock, futura esposa.

Salgo pitando hacia el paddock. El meeting está por empezar, al menos faltan unos minutos. Al llegar, enseño mis credenciales. Hay una chica repartiendo bocadillos, pero la sala está vacía, miro hacia afuera y noto que la chica de los bocadillos ya no está.

La tensión en el aire es palpable cuando Carlos cierra la puerta detrás de nosotros, dejándonos a solas en la penumbra del pasillo. El sonido de nuestras respiraciones resuena, creando una atmósfera íntima que me sorprende y me confunde.

La luz cálida se enciende, iluminando su rostro y revelando la intensidad en su mirada. Siento que el tiempo se detiene mientras él se acerca un poco más, su mano apoyada en la pared a mi lado.

—Deseame suerte —me dice, su voz un susurro lleno de significado.

—¿Qué? —susurro de vuelta, tratando de procesar lo que está sucediendo—. ¡¿Por qué haces esto?!

Su sonrisa es una mezcla de confianza y algo más, algo que me hace dudar. En este momento, todo lo que solía sentir por él regresa, pero también me siento atrapada en esta confusión que él ha creado.

—Si gano, quiero que sepas que es por ti y solo para ti —dice, y sus palabras me golpean con fuerza.

Siento un vacío en mi corazón, un eco de emociones que creía haber superado. Mi corazón late con fuerza, y por un instante, todo lo que he estado intentando dejar atrás amenaza con resurgir.

—Carlos, no deberías estar aquí —le digo, mi voz temblando mientras busco la razón en medio de este caos.

—Pero aquí estoy —responde, dando un paso más cerca—. Siempre he estado aquí, Lucía. Tal vez no como tú deseabas, pero siempre he estado.

Las palabras fluyen entre nosotros, y aunque sé que no debería dejarme llevar, no puedo evitarlo. La conexión que alguna vez compartimos sigue siendo poderosa. Sin embargo, en el fondo, sé que la realidad es más complicada que cualquier deseo romántico.

—No podemos seguir así. No después de todo lo que ha pasado —digo, intentando recordar lo que realmente quiero.

—No estoy pidiendo que todo regrese a ser como antes, pero quiero que sepas que esta carrera, esta victoria, será para ti —responde con sinceridad.

Mis pensamientos se agitan mientras contemplo su expresión. Hay algo real en lo que dice, pero también sé que no puedo dejarme engañar nuevamente. Con un profundo suspiro, me aparto un poco, tratando de encontrar la claridad que necesito.

—Carlos, te aprecio, pero necesito que entiendas que mi vida ha cambiado. Estoy comprometida con Oliver y eso es lo que realmente importa ahora —le digo, sintiendo que la verdad me pesa, pero debo decirla.

Su rostro se oscurece por un momento, y puedo ver cómo sus esperanzas se desvanecen, pero no puedo dar marcha atrás. Lo que alguna vez fuimos es solo un eco del pasado, y tengo que seguir adelante.

—Carlos, necesito irme —le digo, sintiendo que la confusión se convierte en una presión abrumadora en mi pecho. Es mejor que no me quede aquí más tiempo, atrapada entre recuerdos y emociones.

Él asiente lentamente, y su mirada se suaviza.

—Está bien —responde con una voz que suena más resignada que aliviada.

Quiero que me mires- Carlos SainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora