Carlos
El olor dulce que emana de la chica a mi lado me hace querer vomitar. No es que huela mal, pero es tan empalagoso que me revuelve el estómago. Me inclino hacia atrás en la silla, mirando el techo, tratando de pensar en cualquier cosa menos en ella. No suelo beber mucho, pero hoy lo necesitaba. El Gran Premio había sido agotador, y mi cabeza no había dejado de dar vueltas por Lucía. Siempre es lo mismo. Intento no pensar en ella, pero cada vez que lo hago, la encuentro ahí, invadiendo mis pensamientos sin permiso.
La chica se levanta sin decir una palabra y se va. Bien, así me gusta. Sin preguntas, sin despedidas incómodas. Solo silencio.
Reviso mi teléfono y ahí está... su nombre aparece en la pantalla. Lucía. Miro el mensaje con una mezcla de incomodidad y rabia contenida.
"Saldremos esta tarde, en caso que quieras ver a los niños antes".
Mi mandíbula se tensa. Claro, los niños... nuestros niños. Aunque ya ni sé si puedo llamarlos así. Oliver parece más su padre que yo últimamente. Respiro hondo, abro el mensaje, y leo su siguiente respuesta.
"¿Los llevarás a México?"
"Sí".
Un simple "sí". Sin explicaciones, sin nada más.
Lucía. Siempre tan serena, tan segura, como si nada le afectara. Y mientras tanto, yo aquí, perdiéndolo todo. Me levanto de golpe, sintiendo el ardor en el estómago, la rabia mezclada con impotencia.
Estoy por salir cuando la veo a Camille saliendo del elevador. Lleva unos pantalones ajustados que le sientan bien. No puedo evitar notar que se ve bastante atractiva, pero la idea de involucrarme con ella no es una opción. No hoy. Me mira y sonríe con confianza, como si supiera lo que está pasando por mi cabeza.
—¿Qué tal tu noche? —pregunta, acercándose casualmente.
—Bien —respondo sin mucho interés—. ¿Y la tuya?
—Aburrida —dice con una mueca—. La pasé en el hotel.
Alzo las cejas, sin saber bien qué decir. Camille es guapa, tiene ese carisma natural, pero no puedo evitar estar distraído. Mi mente está ocupada, y no por ella, sino por alguien más... Lucía. Esa mujer que siempre está en mi cabeza, la madre de mis hijos, pero que ahora está comprometida con otro.
—¿Sabes si Lucía está en el restaurante? —pregunto, desviando la conversación hacia lo que realmente me importa.
Camille asiente, pero noto un ligero cambio en su expresión.
—Oh, sí. Está con los niños y Oliver.
"Oliver." Solo el nombre me provoca un nudo en el estómago. Digo algo por cortesía, pero no quiero seguir hablando con Camille. Me dispongo a salir rápidamente, casi escapando de la conversación.
Al entrar en el restaurante, mis ojos van directos hacia los niños. Me ven, y al instante alzan la mano con entusiasmo. Esa alegría inocente me desarma. Daría lo que fuera porque Oliver no estuviera sentado ahí con ellos. Debería ser yo, su padre, quien esté a su lado, no él.
Lucía me mira, y por un breve momento, su sonrisa es genuina. Sus ojos brillan, como si se alegrara de verme, y aunque sea apenas una sonrisa, puedo sentirla. Pero luego está Oliver, sentado ahí, observándome con calma, sin decir nada, pero su sola presencia lo dice todo.
Mi mirada se cruza con la de Lucía de nuevo. Durante un segundo, es como si el tiempo se detuviera. Ahí están ellos, mi familia, pero siento que soy un extraño en mi propio mundo.
-Debo irme —dice Oliver—. Te veo en unos minutos, amor.
Se acerca a Lucía y le da un beso en los labios. Me quiero morir. Solo desvío la mirada, tratando de no mostrar lo que siento. Arrastro una silla al lado de Alexandra, quien me sonríe. Dios, me derrite cómo mi pequeña hija me mira así, con esos ojitos llenos de inocencia y cariño.
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Quiero que me mires- Carlos Sainz
FanfictionLucía Garrido, la nueva relaciones públicas de Carlos Sainz, entra con entusiasmo en el glamuroso escenario del Gran Premio de Mónaco, listo para sumergirse en el vertiginoso mundo de la Fórmula 1. Su admiración por Carlos es palpable, pero la eufor...