III. PARTE BAKÚ 1.5

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Es lunes en Bakú y estamos empacando, mis pequeños juegan en la sala de la suite con Sofía, la hija de Sandra. Oliver ha salido un momento con su madre.

—Señora, el señor Carlos dice que vendrá.

—¿Oh, sí? —pregunto sorprendida.

Unos minutos después está en la puerta. Mi pequeño, al verlo, corre hacia él y Alex también, aunque se queda un poco distante.

—¿Puedo pasar?

—Ven, Sofía, hay que hacer nuestras maletas.

Carlos entra y examina el lugar buscando a Oliver.

—Ha salido con su madre.

—Así que estamos solos.

—No es que me alegre.

Sonríe, lleva un suéter negro y sus músculos le sobresalen. Maldigo por dentro al sentirme distraída.

—¿Podemos hablar?

Sandra se lleva a los niños, estamos solos en la habitación. Estoy tentada a decirle que se vaya, pero toma asiento en el sofá. Me siento a su lado y él me mira.

—Llevar a los niños a Singapur será muy fuerte para ellos, un viaje largo y...

—No —replico—. No puedo dejarlos, no he estado lejos de mis hijos nunca.

—Oye —me toma de la mano—. Estarán con mis padres en España, y le puedes decir a Sandra.

Sacudo la cabeza y él aún sostiene mi mano.

—Oye, Lu, también quiero ayudarte, sé que ser madre no es fácil.

—Pero ellos están bien, pueden viajar.

—Lu —me mira—. Si no quieres, está bien.

Lo miro preocupada, sus ojos castaños me analizan. Por un momento frunce el ceño.

—Lu, quiero que confíes en mí y en mi familia.

—Lo hago —mis ojos se humedecen.

Se levanta y me levanta. Me toma de las manos y me da un beso en la frente.

—¿Qué te parece si nos vamos a España, a la casa de mis padres? Te aseguras de que los niños estarán bien y viajamos a Singapur.

—¿De verdad? ¿Cómo me iré contigo a la casa de mis ex suegros?

Sacudo la cabeza divertida, él sonríe, no se lo toma a mal, pero la idea me parece lo más loco que he escuchado de su boca.

—No creo que sea cómodo para Oliver.

—¿Lu, en serio? —pregunta—. Son nuestros hijos.

—No te he perdonado.

—¿Oh, esperas mi perdón? —pregunta sonriendo—. ¿No me odias?

Ruedo los ojos, me doy la vuelta, pero me atrae por las caderas.

—Lu, ¿de verdad me olvidaste en cuatro años?

—Carlos, por favor, suéltame. Oliver puede llegar.

—Te suelto si me prometes que vas a pensarlo.

—No pensaré más.

—Entonces no quieres que te suelte.

—Está bien, lo pensaré.

Me suelta, me mira buscando mis ojos, pero no puedo. Siento que pierdo totalmente el control de mi cuerpo y mis emociones cuando lo tengo cerca. Sus manos acarician mi cabello y observa mi rostro.

Quiero que me mires- Carlos SainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora