Estamos en Mónaco, es miércoles y el viaje es corto, así que casi no tenemos tiempo para ver muchas cosas. Oliver y yo pasamos la mayor parte del día reuniéndonos con inmobiliarios para discutir futuras opciones. A Oliver le encantan las vistas hacia el mar, y a mí me fascinan.
Después de salir a cenar, nos dirigimos al hotel a empacar; debemos salir en el jet mañana a mediodía. Mientras Oliver empaca, estoy en videollamada con Reyes.
-¡Mami! -grita Alex-. La abuela me ha comprado una casa de muñecas.
-Y a mí un enorme auto.
-¿No es un Mercedes, verdad?
Se ven cómodos y felices. Mientras conversamos, los pequeños preguntan por Oliver, y él se acerca para saludarlos.
-Se han portado bien y les encanta la casa.
-Me alegro, cuídalos mucho, por favor.
Me despido de mis pequeños y me quedo sonriendo al teléfono. Oliver me da un beso en la mejilla y se sienta a mi lado.
-¿Todo bien?
-Sí, parece que les gusta.
-Imagino que sí.
Oliver parece esconder algo; sus manos están juntas, como si le costara decir algo.
-Lucía, yo... estoy muy feliz contigo.
-Lo sé... -tomo su mano-. Yo también.
-Me di cuenta de cómo miras a Carlos.
-¿Qué?
Ladea la cabeza y me mira.
-Con ojos de amor.
-Ollie... -lo miro-. No digas eso.
-Lucía -dice, con el rostro contraído-. Los vi. Vi cómo te sostenía la cara y tú dejaste que lo hiciera, incluso no te moviste.
-Oliver, de verdad no quiero que pienses cosas que no.
-¿No significó nada?
-¿Ah, no? -se levanta-. ¿En serio esperas que crea eso? Lo mirabas como si significara todo para ti.
-Estaba mal porque dejaba a mis hijos.
-¡No lo detuviste, Lucía! No te tiene que tocar -me mira alterado-. Se suponía que no lo amabas.
Mis ojos se llenan de lágrimas. Parece herido al ver a Oliver afectado por lo que vio; me rompe el corazón. Es tan noble y dulce, y yo lo estoy arruinando.
-Oliver, solo me importa estar contigo.
-¿Y quién me asegura que eso es así? -pregunta con ironía-. Ese imbécil te tiene cuando le da la gana, Lucía. ¡Reacciona! ¿Acaso no fue suficiente lo que pasó?
-Perdóname, tienes razón. No debí permitir eso.
Me llevo las manos a la cara.
-Lucía, yo... a veces no sé cómo lidiar con esto. No sé si fue buena idea traerte aquí y exponerte a que estés con él de nuevo. Siento que sigo lidiando con tu pasado.
-Oliver... -lo miro.
Me acerco a él y me quedo viéndolo; es tan alto que apenas puedo enroscar mis manos en su cuello.
-Oliver, te amo, por favor, no pienses eso.
Lo abrazo, y unos segundos después él me envuelve en sus brazos y acaricia mi cabello. Me alza la mejilla y me besa.
-Siempre quise escuchar eso. Dilo de nuevo.
Sonrío.
-Te amo.
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Quiero que me mires- Carlos Sainz
FanfictionLucía Garrido, la nueva relaciones públicas de Carlos Sainz, entra con entusiasmo en el glamuroso escenario del Gran Premio de Mónaco, listo para sumergirse en el vertiginoso mundo de la Fórmula 1. Su admiración por Carlos es palpable, pero la eufor...