III. PARTE SINGAPORE 1.1

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Estamos en Mónaco, es miércoles y el viaje es corto, así que casi no tenemos tiempo para ver muchas cosas. Oliver y yo pasamos la mayor parte del día reuniéndonos con inmobiliarios para discutir futuras opciones. A Oliver le encantan las vistas hacia el mar, y a mí me fascinan.

Después de salir a cenar, nos dirigimos al hotel a empacar; debemos salir en el jet mañana a mediodía. Mientras Oliver empaca, estoy en videollamada con Reyes.

-¡Mami! -grita Alex-. La abuela me ha comprado una casa de muñecas.

-Y a mí un enorme auto.

-¿No es un Mercedes, verdad?

Se ven cómodos y felices. Mientras conversamos, los pequeños preguntan por Oliver, y él se acerca para saludarlos.

-Se han portado bien y les encanta la casa.

-Me alegro, cuídalos mucho, por favor.

Me despido de mis pequeños y me quedo sonriendo al teléfono. Oliver me da un beso en la mejilla y se sienta a mi lado.

-¿Todo bien?

-Sí, parece que les gusta.

-Imagino que sí.

Oliver parece esconder algo; sus manos están juntas, como si le costara decir algo.

-Lucía, yo... estoy muy feliz contigo.

-Lo sé... -tomo su mano-. Yo también.

-Me di cuenta de cómo miras a Carlos.

-¿Qué?

Ladea la cabeza y me mira.

-Con ojos de amor.

-Ollie... -lo miro-. No digas eso.

-Lucía -dice, con el rostro contraído-. Los vi. Vi cómo te sostenía la cara y tú dejaste que lo hiciera, incluso no te moviste.

-Oliver, de verdad no quiero que pienses cosas que no.

-¿No significó nada?

-¿Ah, no? -se levanta-. ¿En serio esperas que crea eso? Lo mirabas como si significara todo para ti.

-Estaba mal porque dejaba a mis hijos.

-¡No lo detuviste, Lucía! No te tiene que tocar -me mira alterado-. Se suponía que no lo amabas.

Mis ojos se llenan de lágrimas. Parece herido al ver a Oliver afectado por lo que vio; me rompe el corazón. Es tan noble y dulce, y yo lo estoy arruinando.

-Oliver, solo me importa estar contigo.

-¿Y quién me asegura que eso es así? -pregunta con ironía-. Ese imbécil te tiene cuando le da la gana, Lucía. ¡Reacciona! ¿Acaso no fue suficiente lo que pasó?

-Perdóname, tienes razón. No debí permitir eso.

Me llevo las manos a la cara.

-Lucía, yo... a veces no sé cómo lidiar con esto. No sé si fue buena idea traerte aquí y exponerte a que estés con él de nuevo. Siento que sigo lidiando con tu pasado.

-Oliver... -lo miro.

Me acerco a él y me quedo viéndolo; es tan alto que apenas puedo enroscar mis manos en su cuello.

-Oliver, te amo, por favor, no pienses eso.

Lo abrazo, y unos segundos después él me envuelve en sus brazos y acaricia mi cabello. Me alza la mejilla y me besa.

-Siempre quise escuchar eso. Dilo de nuevo.

Sonrío.

-Te amo.

Quiero que me mires- Carlos SainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora