II. PARTE II. AMALFI

384 29 1
                                    

Mientras Carlos y yo conversamos en el sofá del yate, sus brazos me arropan y me acaricia los hombros con la punta de sus dedos. Me besa el cabello y sonríe. Muero por darle la noticia, pero tengo un poco de miedo. Ya nos habían tomado fotos y una prensa italiana se había dedicado a perseguirnos. Carlos me enseña la tablet y se ríe viendo la foto. Una cosa que hago muy a menudo es tocarle la barriga, y aquel paparazzi me había tomado una foto en bikini, con mi mano sobre su vientre mientras Carlos me daba un beso.

—Rumores de embarazo —dice sonriendo—. ¿Te imaginas? No sé si sería un buen padre.

—¿Ah, no? —lo miro preocupada—. ¿Por qué?

—Pues quiero disfrutar de ti —me da un beso—. Quiero hacer muchas cosas contigo, Lu, y nuestra vida es ocupada —me mira—. No sé...

Miro hacia un lado; algo dentro de mí apaga toda mi alegría. Veo a personas acercándose; son sus fans.

—¿Por qué no has tomado vino? —dice, mirando la botella—. Lo he comprado especial para ti.

—Ah —lo miro—. Soy más de tragos.

—Pues lo hubieras dicho antes, amor —se levanta y me da un beso—. Iré a saludar y a tomarme fotos.

—Vale.

Carlos lleva un pantalón blanco y una camisa celeste. Me quito las gafas para verlo y suspiro. Dios mío, qué hombre tan guapo. Saluda a sus fans y yo me concentro en la revista que estoy leyendo. Intento no pensar en lo que Carlos ha dicho; confío en que se pondrá feliz. Cuando regresa, viene con cara de pocos amigos. Se tumba a mi lado y me toma la mano. Me suelta la pulsera, saca el reloj que me dio y lo coloca en mi mano.

—No quiero que mi novia lleve el nombre de otro piloto, menos de Oliver.

—Carlos, es un regalo.

—Pues yo se lo devolveré cuando lleguemos a Maranello o a Baku.

Hago un puchero; me toma la barbilla con la mano delicadamente y me aprieta los cachetes. Me da un beso y sonríe. Miro el reloj; es hermoso.

—Iré por un trago. ¿Prefieres una margarita?

—¿Puede ser un San Francisco? —lo miro—. ¿Sin alcohol?

Frunce el ceño, se acerca a mí.

—¿De verdad, amor?

Asiento; me da un beso en los labios y se aleja para decirle al bartender. Mientras Carlos se aleja, reviso mi teléfono. Lleva dos días apagado y apenas lo enciendo me llegan los mensajes de Oliver. Está molesto; ha visto las fotos de Carlos y yo. Mi teléfono suena; es Oliver. Cierro los ojos y contesto.

—Hola —digo—. ¿Todo bien?

—¿Todo bien, Lucía? —pregunta molesto—. ¿Por qué, Lucía?

—Oliver, lo siento. Tú sabes lo que siento por él.

Carlos me trae el cóctel y frunce el ceño al verme hablar por teléfono. Le digo que es Oliver y rueda los ojos.

—¿No vendrás a Maranello?

—Eso creo —Carlos me da besos en el cuello—. Yo...

—Te necesito, Lu; sabes lo importante que es esto para mí.

Carlos me hace retorcerme; lo alejo de mí.

—Vale, haré lo posible. Por esta semana estaré descansando.

—Entiendo —suspira—. Bueno, cuídate mucho. Te quiero.

Carlos escucha el "te quiero" y hace una mueca de desagrado. Me atrae hacia él y me llena de besos.

Quiero que me mires- Carlos SainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora