Maranelo 1.2 (Explicito)

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Cuando los entrenamientos terminan, espero a Carlos afuera, en el auto. Me ha confiado su Ferrari mientras estemos en Maranello. Carlos sale y toma un momento para saludar a sus fans, aunque es muy breve. Cuando termina, se sube al auto y me da un tierno beso en la mejilla. Me preocupaba la sorpresiva separación de Judith y Charles, pero no quería pensar en eso. Confiaba en él y en que no me rompería el corazón. Al llegar al hotel, Carlos me toma de la mano. Mi rostro de preocupación es evidente.

—Ven aquí —dice sentándome en sus piernas—. Sé que lo estás pensando.

—Carlos, no lo soportaría.

Me acaricia el cabello y sonríe.

—Ahora solo te quiero a ti, Lucía.

Asiento. Acerca sus labios a los míos y me besa de una manera tan tierna que no puedo evitar sentirme especial para él.

—Debo darme un baño —dice—. ¿Quieres ir a comer afuera?

—Claro.

Me da un beso en los labios y se retira. Aprovecho para llamar a Atenea un momento. Cuando atiende el teléfono, está gritando, pero no grita por mí. Grita porque Charles está soltero, supuestamente.

—Dime que es verdad.

—No lo sé —digo—. No sé mucho de eso.

—Oh, vamos —dice—. Joder, ¿qué piensa Carlos?

—Creo que está todo bien.

—Espero poder verte pronto —dice—. Te echo mucho de menos.

Le envío unos mensajes a papá y hablamos un momento por mensaje. Estar lejos de casa es un reto, pero sé que papá lo entiende bien. Carlos sale del baño con la toalla sobre su cintura. Me llevo las manos a la cara, es demasiado atractivo. Me levanta de la cama y pega su boca a la mía.

—Lucía, me encantas —dice—. Desnúdate para mí.

Trago grueso, me quito la camisa y me deshago de mis pantalones. Sus ojos viajan por todo mi cuerpo. Me atrae por las caderas hacia él y me besa. Sus manos viajan al final de mi sostén y se deshace de él. Carlos toma mis pechos en sus grandes manos y los mete a la boca.

—Carlos... —suelto un gemido involuntario.

Me lleva a la cama y se sube encima de mí. Su boca va directamente a mi vientre mientras hace camino hacia mi sexo. Me quita las bragas e introduce uno de sus dedos. Gime lleno de placer al escuchar lo mojada que estoy. Carlos introduce otro dedo dentro de mí y yo me sostengo de su cabello. Se acerca a mi boca y me besa; sin dejar de besarme, me separa las piernas y se hunde en mí.

—Lucía... —susurra—. Me vuelves loco.

Empieza aquel ritmo de tortura, y mientras yo grito y gimo de placer, él gruñe. Puedo sentir lo duro que está dentro de mí.

—Mírame, Lucía.

Estoy muerta de placer cuando lo miro. Cierra los ojos un momento y me muerde el labio al terminar dentro de mí. Carlos desciende el ritmo y cae sobre mí. Tengo que hacer un gran esfuerzo para sostenerlo.

—Me aplastas.

Sonríe y cae a mi lado, se acomoda para verme.

—¿Crees que nos escuchen?

—No creo.

—¿Te cuidas, verdad?

Asiento.

—¿Por qué? ¿Te asusta?

—Un poco —dice—. Aún no quiero ser padre.

—Oh, vamos Carlos, ya tienes 33.

Su teléfono suena. Me da un beso en la frente y se levanta.

—Es Judith.

Contesta.

—Cálmate —dice Carlos—. ¿Qué sucede?

Me visto e intento averiguar qué le sucede. Carlos no dice nada pero cuelga.

—No te muevas de ahí, voy en camino.

—Ya regreso.

Y se va dejándome sola, corriendo al llamado de Judith. Estoy tentada a llamar a Charles, incluso a decirle si quiere ir a tomar algo. Pasan tantas cosas en mi cabeza que siento que me voy a volver loca. Me doy un baño rápidamente, me pongo unos vaqueros con una camisa, tomo mi bolso y las llaves. Cuando salgo del hotel, mis lágrimas caen. Claro que irá con ella, la va a consolar y quién sabe qué cosas más. Judith, en vez de solucionar su matrimonio, lo estaba empeorando. Mientras conduzco por las calles, guiándome con Google Maps, los veo. Ella está frente a él, llora e intenta explicarle algo. Detengo el auto y entonces él la atrae a su cuerpo, le acaricia el cabello, le besa el cabello y su mano está en su espalda. Carlos toma su cara en sus manos y le dice algo mientras ella asiente. Besa su frente y entran al edificio. Carlos mira hacia los lados, pero no me ve. Cierro los ojos y golpeo el timón. ¿Por qué? ¿Por qué lo llamó a él? ¿Y Charles? Salgo de la calle y estaciono cerca de un bar. Carlos jamás me iba a amar. Más si las cosas se complicaban. Mientras me bebo unos tragos en la barra, no puedo dejar de pensar en qué estarán haciendo. La idea me vuelve loca.

Son las dos de la mañana y Carlos no me ha llamado, sigue con ella. Estoy un poco mareada pero puedo ver mi teléfono. Quizás si llamo a Charles, Judith aprenderá a no llamar a chicos con novia. Marco el número de Charles, no contesta, pero mientras camino hacia el auto, me llama.

—Charles —digo—. ¿Charles Leclerc?

—¿Lucía? —pregunta—. ¿Estás bien?

—Sí... yo no estoy bien, estoy fuera del bar.

—¿Estás conduciendo?

—No, estoy afuera. Disculpa, no debí llamarte.

—Mándame tu ubicación.

—Charles, no...

—Lucía, yo sé, no te preocupes.

—Vale.

Mierda, ¿qué he hecho? ¿Acabo de llamar a Charles Leclerc? Me llevo las manos a la cabeza. Unos minutos después, Charles llega en su auto y al verme se acerca a mí.

—¿Estás bien?

—Disculpa, no tenía que llamarte —lo miro—. Es solo que estoy frustrada.

—Como yo —dice—. Vamos.

—¿Me llevarás al hotel?

—Dime a dónde quieres ir.

—Charles, no quiero meterte en problemas.

Sonríe y su cara se ilumina. De pronto me doy cuenta de lo atractivo que es. La risa que suelta, el alcohol me hace imaginar cosas. Vale, es guapo, él lo sabe. Judith es afortunada y Atenea tiene toda la razón.

—¿Te quedarás ahí o te subirás?

—¿Y mi auto?

—Alguien lo vendrá a recoger.

Asiento, vuelvo a mirar mi teléfono, no hay nada de Carlos. Charles abre la puerta para mí y mi corazón late muy deprisa. Lo veo cruzar al frente, se sube al auto y el olor de su perfume se impregna en mi nariz. Cierro los ojos, estoy un poco mareada. Charles se gira para verme con una sonrisa divertida.

—Vamos a tomarnos un trago juntos, Lulu.

—¿Lulu?

Sonríe y asiente. Sacudo la cabeza divertida y la radio se enciende. Charles sale y yo empiezo a cantar la cancion que suena, es Summertime de Lana del Rey version electronica.  Una noche de copas con Charles no puede salir mal, creo. 

Quiero que me mires- Carlos SainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora