III. PARTE SINGAPORE 1.2

122 12 0
                                    


Es jueves y, antes de desayunar, hablo con mis pequeños. Me visto con la camiseta de Oliver y tomo mi bolso. No me contesta los mensajes, así que tengo que irme por mi propia cuenta. Espero el busito de transporte de Ferrari. Mientras espero impaciente, una sombra se coloca a mi lado. Carlos, con lentes de sol y un aroma que huele al cielo.

—¿Y tu chófer?

—Carlos, ahora mismo no.

Mira a todos lados y me observa. Me coloco las gafas para que no note mis ojos hinchados.

—Creo que el busito está lleno.

Ruedo los ojos; no me apetece hablar con él.

—Vamos, te llevo.

—Tenemos equipos diferentes.

—No se darán cuenta, créeme.

—Esperaré.

—Llegarás tarde.

A regañadientes camino con él hacia los estacionamientos. Me subo en el Mercedes y lo veo dar la vuelta al coche. Me pongo el cinturón.

—Parece que Bearman ya se fue.

—Es día de medios; quizás tenía algo en agenda que no me incluía.

Asiente y salimos hacia el circuito. Mientras maneja, Carlos me habla de Alex. Al escucharlo, hay un brillo de felicidad en mí, saber que Alex ya confía un poco en él.

—Escucha —dice y me extiende su teléfono.

Reproduce una nota de voz:

“Mucha suerte, papi, un beso a mami”.

Sonrío, él también sonríe. Tiene el cabello un poco desordenado, pero se ve muy guapo. Al llegar al circuito, me bajo rápidamente.

—Gracias.

—De nada, te veo luego. ¿Quieres cenar?

—No creo que sea buena idea.

—Es para hablar con mi abogado sobre los apellidos.

—Dijimos que tocaríamos ese tema después.

—Hablaré con Oliver para contactar a nuestros abogados.

—Vamos, Lu —dice—. Saca a Oliver de esto.

—Vale, te confirmo luego.

Sonríe. Camino hacia el paddock y saludo a las personas que están en el motorhome. Abro mi oficina y Oliver está sentado frente a mi escritorio.

—No pierdes el tiempo —dice—. Un día haciendo el amor en ese sillón —señala el sofá— y al otro en el Mercedes con Carlos.

—Oliver, no estoy de humor.

—¿Al menos quieres ser discreta?

Cierro los ojos.

—Oliver, no me siento bien.

Está celoso, está serio y su espalda está reclinada. Mueve su silla de un lado a otro.

—Revisemos la agenda.

Acerco mi silla a su lado y revisamos la agenda. En ocasiones, Oliver solo me mira y de repente inclina sus labios cerca de mi oído. Hay conferencia de prensa con Franco y Lewis.

—Debí ir a firmar gorras —dice Ollie—. ¿Me acompañas?

—Claro.

Me levanto con él y caminamos fuera del paddock. Oliver camina por los pits y firma las gorras. Le sonríe a sus fans y le ayudo a tomarse fotos. Al terminar, Oliver sonríe al ver a aquella chica, la de las fotos. Y sé por dónde va Oliver; es un maestro en hacer enojar.

Quiero que me mires- Carlos SainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora