BUDAPEST 1.1

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Después de salir de la oficina con la terapeuta, me siento como una total tonta. Veo cómo Charles discute con Judith en una esquina. Camino hacia mi oficina y, poco después, Carlos abre la puerta.

—¿Te has besado con él?

Sus ojos parecen tristes o confundidos.

—Sí, Carlos.

—¿Por qué?

—Porque estaba ebria y dolida porque mi ex se fue a dar besos con una mujer casada.

—Lu... —resopla—. Ella me besó y me pidió disculpas. Le dije que quería estar contigo.

—¿Y te doy las gracias?

—Lucía, somos adultos, podemos arreglar las cosas.

—No, se acabó, Carlos —lo miro—. Ella sí siente algo por ti.

Sus ojos me miran sin entender. Me levanto de la silla.

—Charles lo siente, ella quizás también te ama y...

—No es verdad.

—Es la oportunidad perfecta que tienes —tomo mi bolso—. Haz como si no estuviera.

Subo a mi auto y pongo Google Maps. Mientras las lágrimas recorren mi mejilla, no puedo evitar sentir un poco de frustración. Si Judith ya tenía una vida con Charles, ¿por qué quería algo con Carlos ahora? Después de unos minutos dando vueltas por Maranello, decido que debo volver a Madrid.

Cuando entro a la casa, no hay nadie. Recojo mis maletas y salgo de allí. La vida nunca había sido tan complicada como ahora. Le informo a Judith que estaré en Hungría.

*****

He hablado con papá, pero le he pedido que quiero estar sola. He rechazado las constantes llamadas y mensajes de Atenea llamándome traicionera por los videos con Charles. Judith me deja algunos correos para coordinar mi llegada a Hungría.

La semana pasa rápido, pero mi mente no deja de pensar en él en ningún momento. Quizás ya está saliendo con Judith, pero eso me hace sentirme peor. Mientras alisto mi maleta, recibo un correo para un vuelo privado que me llevará a Budapest. Apago las luces de mi departamento y me subo al auto que me espera.

—Señorita Garrido —dice el conductor—. La esperan en el jet.

—Gracias.

Me ayudan con las maletas y subo las escaleras. Una figura me espera al final. Mi respiración se acelera al ver a Carlos con las manos en los bolsillos. Sus labios dibujan una pequeña sonrisa.

—Bienvenida —dice, brindándome la mano.

Confundida, tomo su mano y él me lleva a sentarme. Lleva un pantalón negro de tela y un abrigo blanco. Se ve guapísimo.

—Lucía —dice—. Te he dado tu espacio, también no quería molestar

—Carlos, tienes el camino...

—Quiero que me escuches, Lucía —dice, inclinándose hacia mí—. Eres la única mujer que me ha hecho sentir algo diferente, pero no puedo evitar mis sentimientos por ella - me mira - No quiero lastimarte

—Genial, Carlos —mis ojos se humedecen— Te felicito

—Vamos a despegar. Abróchense los cinturones.

Carlos abrocha mi cinturón y luego abrocha el suyo. No deja de mirarme mientras el jet despega. Unos minutos después, ya estamos en el aire. Me vuelve a desabrochar el cinturón.

—Ese día sentí la necesidad de ir a escucharla, pero lo juro, Lucía, ella me besó. Jamás tuve esa intención con ella.

—¿Te dijo algo ?

Quiero que me mires- Carlos SainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora