IV. PARTE MÉXICO 1.4

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Una de las cosas que más amaba de Oliver era la manera en que me trataba, pero en este momento, su calma se ha tornado en una dura confrontación. Estoy sentada en la cama, con la propuesta de Toto aún resonando en mi mente, y él está frente a mí, sus manos cubriendo su rostro.

—Lucía, no sé qué decirte —dice, la frustración evidente en su tono—. ¿De verdad piensas aceptar eso?

—Es una gran oportunidad. No puedo quedarme aquí sin avanzar en mi carrera. Charles no se irá de Mercedes, y yo no puedo quedarme estancada.

Oliver se levanta bruscamente, comenzando a caminar de un lado a otro en la habitación.

—Lucía, creo que lo mejor sería que regreses a Nueva York —dice, su voz firme y fría—. No podemos permitir que esto continúe así.

—¿Estás sugiriendo que me vaya? —replico, sintiendo que la ira comienza a hervir dentro de mí.

—Sí, eso es exactamente lo que estoy diciendo. No quiero que te metas en esa dinámica con Carlos. Sabes cómo es, y no quiero que te enredes con él —responde, su mirada fija y desafiante.

—No se trata de Carlos —insisto, aunque sé que él no me cree—. Esta es mi carrera, Oliver. No puedo dejar pasar esta oportunidad solo porque tienes celos de lo que pueda pasar.

—¿Celos? —suena como si lo hubiera golpeado—. No estoy celoso, simplemente sé lo que eso significa. Si te vas a Mercedes, no hay vuelta atrás. No voy a estar en una relación en la que siempre te veas rodeada de él.

—Entonces, ¿quieres que regrese a Nueva York? —pregunto, sintiendo que la decepción se mezcla con la frustración—. ¿Y qué hay de nosotros?

Oliver se detiene y me mira con intensidad.

—Lo que hay entre nosotros no puede funcionar si estás en el mismo lugar que él. Necesito que tomes una decisión clara, Lucía.

—¿Y tú piensas que esa decisión es alejarme de mis sueños? —respondo, la voz temblando—. Eso no es justo.

—No se trata de ser justo —dice, su tono endureciéndose—. Se trata de proteger lo que tenemos. Si sigues aquí, no hay forma de que funcione.

Las palabras me golpean con fuerza. La verdad es que Oliver no quiere que yo regrese a Mercedes porque no quiere que me acerque a Carlos. Y en este momento, todo parece tan complicado, tan lleno de incertidumbre y miedo. La presión entre nosotros se vuelve insoportable, y siento que el abismo se abre cada vez más.

—No, Lucía —dice Oliver, su voz fría como el hielo—. No puedo permitir que sigas en Mercedes. Si eso es lo que quieres, entonces te devolveré a Nueva York y pediré tu renuncia.

Las palabras son como una bofetada, y siento que mi corazón se detiene.

—¿Qué? —pregunto, incredulidad y rabia en mi voz—. ¿Estás hablando en serio?

Oliver me mira con una dureza que me deja sin aliento.

—Claro que sí. Si no puedes dejar de lado a Carlos, es mejor que vuelvas a Nueva York. No voy a quedarme aquí esperando a que te pase algo, o que elijas a ese tipo sobre mí.

La ira y el dolor empiezan a burbujear dentro de mí.

—¿Así que eso es lo que piensas? —grito, sintiendo cómo las lágrimas amenazan con salir—. ¿Que estoy eligiendo a Carlos?

—No estoy hablando de elecciones, Lucía. Estoy hablando de la realidad. No puedo estar contigo si estás tan cerca de él. Te está distrayendo, te está desviando de lo que realmente importa.

Quiero que me mires- Carlos SainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora