III. PARTE NEW YORK 1.5

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Ha pasado una semana, y ya es domingo. Una semana difícil para mí, marcada por la ausencia de Carlos, que se ha hecho cada día más evidente. No ha atendido mis llamadas, ni mucho menos ha aparecido.

Sin embargo, en medio de la inquietud, siento una leve calma, como si el tiempo se hubiera detenido, ofreciéndome un respiro. Oliver ha estado a mi lado, intentando distraerme con actividades, risas y los juegos de los niños, pero la sombra de la incertidumbre sobre Carlos sigue pesando en mi mente.

Hoy, el sol brilla a través de las ventanas, iluminando la sala de estar donde los niños juegan con sus juguetes. Mientras los observo, un profundo suspiro escapa de mis labios. Hay momentos en los que la risa de los pequeños logra ahogar la ansiedad, pero aún siento un vacío en mi corazón, un eco de lo que fue y de lo que podría haber sido.

A medida que el día avanza, me doy cuenta de que el silencio de Carlos se siente más pesado. La decisión de no llamarlo más pesa sobre mí, pero al mismo tiempo, sé que debo mantenerme firme. No puedo seguir permitiendo que su presencia, o su ausencia, dicten mis emociones.

Mientras peino a Alex, ella sostiene con orgullo su Barbie piloto de F1. No tengo idea de dónde Oliver la ha conseguido, pero la adora. Me resulta difícil imaginar cuánto habrá pagado por ella, y una parte de mí se siente agradecida por lo que Oliver hace por los niños.

—¿Y papá? —pregunta Alex, su voz llena de curiosidad mientras juega con el cabello de su muñeca.

Su pregunta me hace detenerme un momento. Mi corazón se aprieta al pensar en Carlos, que ha estado ausente toda la semana. La falta de su presencia ha dejado un vacío que apenas puedo describir, y no quiero que mis sentimientos afecten a mis hijos.

—Tu papá está ocupado, cariño —respondo con suavidad, intentando sonreír. —Pero siempre está en nuestros corazones, ¿verdad?

Alex asiente, pero puedo ver en su mirada que también siente la ausencia de su padre. Sus pequeños ojos se llenan de una mezcla de confusión y tristeza, y eso me parte el alma.

—¿Cuándo volverá? —pregunta, su tono esperanzador.

Cierro los ojos por un instante, luchando por encontrar las palabras adecuadas.

—No lo sé, mi amor. Pero mientras tanto, tenemos a Oliver y a ti y a tu hermano. Vamos a disfrutar de este día juntos —digo, tratando de desviar la conversación hacia algo más positivo.

La pregunta de Alex me toma por sorpresa y me duele un poco. Sonrío, tratando de mantener la calma, pero mi corazón se aprieta al escucharla.

—Me gusta papi, pero me gusta más el tío Oliver. ¿Por qué ya no puedo decirle papi? —pregunta, con su carita de confusión.

—Es un poquito complicado, cariño —le digo, acariciándole el cabello suavemente—. A veces, los papás no están cerca.

—Pero el tío Oliver juega y es divertido —dice, haciendo un puchero.

—Sí, es cierto —respondo, intentando sonreír—. Pero tu papá también te quiere, aunque no esté aquí.

—¿Puedo decirle "papi" a Oliver? —pregunta, su voz llena de esperanza.

Mi corazón se ablanda al ver su expresión.

—Puedes llamarlo como quieras. Si eso te hace feliz, está bien —le digo, sintiéndome un poco aliviada.

Alex sonríe y asiente, y esa pequeña luz en su rostro me recuerda que, a pesar de todo, estamos juntas en esto.

- Ve con tu hermano ya bajo

Quiero que me mires- Carlos SainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora