II. PARTE. COSTA DE ITALIA 1.1

231 17 1
                                    

Mientras espero a Oliver afuera del hotel, una sorpresiva mano me toma por el codo. Uno de los chicos del servicio toma mis maletas. Al girarme, Carlos me lleva de la mano hacia su Ferrari. Intento decir alguna palabra, pero hasta que el chico coloca las maletas en el suelo...

—Yo, yo —tartamudeo—, esperaba a Oliver.

—Pues esto es un secuestro —dice Carlos, inclinándose—. Necesito hablar contigo, Lu.

—¿Ya está mejor?

Asiente, abre la puerta de su Ferrari y se quita las gafas. Se ve sumamente atractivo, cierro los ojos al sentir su perfume.

—Siento que nunca me diste la oportunidad de hablar.

—Porque solo tenías que ser sincero y decirme que amas a Judith.

Gira la cabeza hacia un lado y frunce el ceño, luego me mira.

—¿Me das una oportunidad para hablar?

Se queda mirando mi pulsera.

—Oliver piensa que me iré con él.

—Oliver está enamorado de ti y te va a perdonar si te vas con tu ex.

Bufeo molesta, miro hacia la entrada del hotel.

—Bien, pero que sea rápido y luego vienes a dejarme.

—¿Para irte con Oliver?

—Exacto.

Hace una mueca con los labios y asiente, me hace entrar en el Ferrari y me abrocha el cinturón.

—Te prometo que no te haré daño.

Aunque me cueste confiar en él, asiento y lo veo darse la vuelta. Tomo mi teléfono y cuando miro por la ventana veo a Oliver buscando por todos lados. Cierro los ojos y le envío un mensaje: "Tengo que ver a mi padre, nos vemos en Maranello".

Carlos y yo aterrizamos en Italia, pero no en Maranello, sino en el lugar donde me había pedido ser su novia. Cuando bajamos del jet, me toma de la mano y una camioneta nos recoge. Su teléfono suena, pero pronto lo apaga.

—Siento que no disfrutamos suficiente —dice y me mira—. Siento que algo quedó en pausa aquel día.

—Carlos —miro nuestras manos—, ¿estás seguro?

Me besa las manos entrelazadas y mientras el auto sale del aeropuerto reviso mi teléfono. Veo los mensajes de Oliver uno detrás del otro y decido no leerlos en estos momentos. Marco el número de mi padre, pero no me contesta. Bufeo molesta y le marco a su novia, pero tampoco contesta.

—Debe estar descansando —dice Carlos—. Ya verás que te contestará.

Me da un beso en la cabeza y me sorprende la naturalidad con la que es cariñoso. Unos minutos después, el auto entra a un muelle y se estaciona. Carlos se baja y me toma de la mano para bajar del auto. Se coloca sus gafas y caminamos hacia un yate. Es de día y hace un poco de calor.

Mientras caminamos, veo una figura familiar que alza la mano desde el yate. ¡Es papá! Miro a Carlos sorprendida y corro hacia mi padre. Me ayuda a subir al yate y me atrapa en un abrazo. Cierro los ojos al sentir lo mucho que lo extrañaba.

—Hija mía, un día de estos me darás un susto —dice—. No sabía casi nada de ti.

—Perdóname.

—Mira la pinta que llevo —dice, dando una vuelta.

Sonrío, Carlos coloca su mano en mi cintura y me da un beso en el cabello.

—Y Carlos me ha traído aquí.

—Quería que tu padre conociera a mis padres y que conocieras a mis hermanas.

Quiero que me mires- Carlos SainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora