II. PARTE. MARANELLO 1.1

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Lo amaba, amaba cada segundo con él. Cuando Carlos me besaba o me abrazaba, me sentía completa. Tenía al hombre que amaba y un bebé que él también quería. Carlos y yo llegamos a Maranello antes de ir a Bakú. Al llegar, Oliver estaba en entrenamiento

—No sé por qué tienes que estar con él —dice—. Al menos que se ponga una camisa.

Le doy un beso en la mejilla, pero él me toma de la mano y me besa en los labios; está celoso, lo sé. Me alejo de él y le lanzo un beso. Entro a la sala de entrenamientos y, para mi sorpresa, está Charles. Oliver, cuando me ve, me mira y sigue en lo que está haciendo; está junto a su entrenador físico y siento que mi presencia es innecesaria.

—Charles —sonrío.

Pero Charles parece un poco ajeno a mi saludo. Joder, ¿Qué les pasa a todos hoy?

—¿Qué tal tus vacaciones en Amalfi? —pregunta Charles.

—Excelentes, ¿y tú?

—Pues bien —dice y sonríe—. Intentando salvar un matrimonio.

—Haces bien.

Oliver deja lo que está haciendo, se limpia la cara con una toalla y se despide del entrenador. Se acerca a mí, está agitado por las pruebas de cardio. Me esconde el cabello detrás de la oreja.

—Qué bien que estés aquí —dice—. Te echaba de menos.

Trago grueso. Charles carraspea y, al darme cuenta de que me ruborizo, él sonríe y yo lo sigo. Oliver entra a su zona y cierra la puerta, poniéndole seguro.

—Así que... Has vuelto con Carlos Sainz.

—Ollie... Vamos a trabajar.

—Es que no puedo, me distraes.

Se ríe con un tono atractivo que intento no prestarle atención.

—¿Se lo has dicho?

Asiento. Él hace una mueca y se acerca a mí. Oliver está demasiado cerca, sus manos acarician mi mejilla y yo tiemblo.

—No puedes negar que te sientes atraída por mí.

—Oliver, no empieces.

Se ríe, pero alguien toca la puerta. Rueda los ojos y abre la puerta. Es Carlos. Se queda mirando a Oliver y luego me mira a mí.

—¿Sabes que es mi novia, no?

—Ajá —dice Oliver.

—¿Y por qué coño le pones seguro a la puerta?

—Es mi relaciones públicas.

—Es mi mujer —dice molesto—. Ten mucho cuidado por donde intentas ir, te he tenido bastante paciencia.

Oliver alza las cejas y sacude la cabeza, divertido. Carlos da un paso hacia él.

—Carlos —dice Ollie—. Me quedé con tu puesto, me puedo quedar con tu mujer si me da la gana.

Pelo los ojos, abro la boca pero la cierro de inmediato. Mis mejillas se ponen color de hormiga y Carlos está furioso.

—Puedes quedarte con mi puesto, pero jamás con ella.

—Ya veremos.

—Oliver —lo miro—. Basta.

Alza las manos y sale de la habitación. Carlos me mira echando humos.

—¿Qué le pasa a ese idiota?

—No le prestes atención —peino su cabello.

—Pues venía a ver dónde estaba ese gilipollas.

Quiero que me mires- Carlos SainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora