Mónaco 1.4

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Abro los ojos lentamente al sentir un fuerte dolor en la espalda; este sofá no es para nada cómodo. El frío del aire acondicionado recorre mi cuerpo y noto que no tenía esta manta cuando me recosté en el sillón. Me dirijo hacia la habitación y Carlos no está, pero hay una nota sobre la cama.

"Disculpame, Lucía. Por favor, haz como si no pasó."

Sacudo la cabeza divertida. ¿A qué se refiere? Suspiro aliviada de al menos no tener que verlo en la mañana.

Cuando llego al Paddock, Judith me espera en su oficina. Toco la puerta y Sofía me deja pasar. Sofía carga al pequeño Charles, que es una copia de su padre. Ya tiene cuatro años y es todo un personaje.

-¿Lista para el día de prensa?

-Muy lista -sonrío- ¿Dónde está Carlos?

-Está en su espacio -dice Judith- En unos minutos estarán con la prensa; Utiliza tu teléfono para grabar todo lo que diga y escucha muy bien lo que le pregunten.

-Vale -digo.

-Bonito sweater -dice Sofía.

-Te luce muy bien el uniforme -dice Judith.

Mi cuerpo es delgado, pero mido unos 1.70 metros y mi contextura es proporcionada en algunas partes de mi cuerpo, especialmente mi trasero.

-Tienes buen cuerpo -dice Sofía- No has visto lo que dice Carlos sobre cómo prefiere a las mujeres.

Judith me pela los ojos, y yo me ruborizo, por supuesto que lo sé. Conozco toda su vida, todas sus declaraciones.

-Chicas -digo- Basta, me van a poner de mil colores.

Judith se ríe, y por primera vez escucho su risa que retumba de manera delicada. A pesar de ya estar en los treinta se ve hermosa,su cabello es deslumbrante, parece sin frizz, y su cara es fina. Parece una muñeca.

-Iré a buscar a Carlos.

-Suerte.

Asiento, entro a mi despacho y tomo lo que necesito. La puerta se abre, y me sobresalto al ver a Carlos. Lleva un pantalón blanco y un sweater de Ferrari. Cierra la puerta con seguro.

-Carlos -sonrío- Te iba a buscar.

-¿Le has dicho algo a Judith? -pregunta sobresaltado.

-No... yo...

-Escúchame -dice acercándose a mí- Ten mucho cuidado...

¡Pero qué le sucede! Ya me ha molestado bastante. Frunzo el ceño, molesta por su actitud. Me acerco a él.

-No le dije nada a Judith.

-¿Ah no?

Sacudo la cabeza, se acerca más, me mira de arriba abajo, y sus grandes ojos me acorralan.

-Tienes que aprender a cerrar la boca en algunas situaciones.

-¡Joder! -grito- ¿Pero qué corajos te sucede? He venido aquí por este maldito trabajo que parece una pesadilla. -Sus ojos se suavizan- ¡Me tratas mal! Solo intento hacer lo que me piden. Eres un grosero, tonto y malhumorado hombre frustrado por un amor no correspondido.

-Lucía...

-¿Qué? -me acerco- ¿Crees que eres el único piloto de este mundo? Quería trabajar para ti porque te admiro, lo he hecho toda mi vida, pero solo veo a un hombre grosero y malcriado.

-Lucía -dice y me toma la barbilla- Lucia, ayúdame a que deje a Charles.

Cierro los ojos; tengo unas inmensas ganas de echarme a llorar. Cierro los ojos, y cuando los abro, están llenos de lágrimas. No puedo creer que me esté pidiendo algo así. Lo empujo lejos de mí.

Quiero que me mires- Carlos SainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora