Han pasado dos días desde que salimos de España. Estamos en Nueva York. Oliver ha tenido que viajar a Londres porque su madre ha estado un poco enferma. Estoy en la terraza de mi casa, disfrutando de un café con Grace.
—Amiga, no puedo creer los cambios que ha tenido tu vida —dice ella.
—Grace, no hablemos de eso —respondo—. No quiero pensar en lo que se viene.
—Oye —se inclina hacia mí—. ¿Y has vuelto con Ollie?
—No lo sé —la miro—. No hemos hablado de eso.
Ella hace un puchero.
—Sabes que Carlos no es tan malo —dice—. Imagino que debe ser difícil para ti escoger. Lu, puedes ser honesta conmigo. Yo estuve contigo; lo amabas.
—Claro que sí lo amaba —suspiro—. Pero ahora, con todo esto, no lo sé. Mis sentimientos por Ollie han florecido.
—Si yo fuera tú, me quedaría con... —hace una pausa—. Oliver.
Sonrío y sacudo la cabeza. Sandra está de vacaciones y los niños están con mi padre, dando un paseo por el zoológico. Parece que les hacía falta mucho el abuelo.
Cuando Grace se va, hablo con Oliver por teléfono.
—Pensé que te habías escapado.
—Soy una mujer soltera.
—No por mucho tiempo —dice, y sé que está sonriendo.
Su voz es calmada, pero parece cansado.
—Te extraño, Lu. Dale un beso de mi parte a los niños.
—Ollie —susurro—. ¿Cuándo vienes?
—Es sorpresa.
—Ollie...
—Intentaré marcarte cuando vayas a dormir. Iré a cenar y te escribo pronto.
—Vale.
Cuelgo el teléfono con una sonrisa en la cara y me pongo a ver un poco de televisión para distraerme. Me quedo completamente dormida y noto que son las siete de la noche. Veo un mensaje de mi padre que dice que los niños se quedarán en casa con él.
Voy a la cocina, pero escucho a alguien tocar el timbre. Miro por la cámara y llevo las manos a la boca. Carlos. Joder, ¿pero qué hace aquí? Joder, joder. Mi teléfono suena y es él.
Abro la puerta y Carlos sonríe al ver mi cara de susto.
—Yo también me alegro de verte —dice, pero su tono no me convence del todo.
Al ver su maleta, mis nervios se ponen de punta.
—¿Qué haces aquí, Carlos? —pregunto, sintiéndome un poco atrapada.
—No te he perdonado que le hayas puesto "Oliver" a mi hijo —dice, su voz tensa—. Pero dijiste que podía venir.
Abro la boca, indignada, mientras él me da un beso en la mejilla y entra, tomando su maleta con una naturalidad que me desconcierta.
—¿Qué te pasa? —le pregunto, aún en shock por su presencia y por lo que acaba de decir.
Carlos se detiene y me mira, una mezcla de determinación y vulnerabilidad en sus ojos.
—Necesito que hablemos de esto, Lucía. No puedo ignorar cómo me siento, ni lo que ha pasado.
—No puedes simplemente aparecer así y pensar que todo está bien —le respondo, sintiendo la frustración burbujear dentro de mí—. ¿Por qué trajiste tu maleta?
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Quiero que me mires- Carlos Sainz
FanfictionLucía Garrido, la nueva relaciones públicas de Carlos Sainz, entra con entusiasmo en el glamuroso escenario del Gran Premio de Mónaco, listo para sumergirse en el vertiginoso mundo de la Fórmula 1. Su admiración por Carlos es palpable, pero la eufor...