III. PARTE. ESPAÑA 1.1

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Mientras camino hacia el estacionamiento, una punzada de culpa me atraviesa al recordar cómo Oliver gritó mi nombre. A lo lejos, veo a Carlos junto a su auto. Me detengo, indecisa, y me giro para encontrar la mirada intensa de Oliver, fija en mí. Cierro los ojos por un momento, sintiendo el peso de no tener otra opción.

Carlos, desde su distancia, aún no me ha visto. Mi corazón está dividido entre los dos, latiendo con una fuerza dolorosa.

Sin poder soportarlo más, camino de vuelta hacia Oliver y me lanzo en sus brazos. Él me abraza en silencio, sin decir una palabra, y por unos segundos, el mundo deja de existir para nosotros.

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Miro a Oliver mientras su mano sigue en mi mejilla. Sus ojos reflejan el peso de lo que acaba de decir, y aunque quiero calmarlo, hay algo en mí que aún resiente la distancia que hubo en ese momento.

—No es solo por el evento, Oliver —susurro, apartando un poco la mirada—. Es... todo lo que ha estado pasando. A veces siento que estamos juntos, pero no terminamos de estar completamente conectados.

Oliver baja la mirada, suspirando, y se sienta a mi lado en la cama, con las manos entrelazadas.

—Lo sé, Lucía... —murmura—. He estado lidiando con muchas cosas también, y quizá no he sabido manejarlo. Pero... —se detiene un segundo, buscando las palabras—, no quiero que sientas que estás sola. Estás aquí, conmigo, y quiero que eso te dé paz.

Me quedo en silencio un momento, sintiendo cómo las emociones se arremolinan dentro de mí. Quiero creerle, quiero aferrarme a ese consuelo, pero la verdad es que nada ha sido fácil desde que llegué a su vida.

—¿Y qué pasa con todo lo demás, Oliver? —le pregunto, sin poder contenerme—. Carlos, los niños, tu familia, la Fórmula 1... Todo parece una tormenta constante.

Oliver se acerca más, y me envuelve con sus brazos, su abrazo cálido, pero siento la tensión en sus músculos.

—Solo quiero que sepas que pase lo que pase, estoy contigo, Lucía —susurra contra mi cabello—. No puedo prometerte que todo será perfecto, pero sí puedo prometerte que no me iré. Estamos juntos en esto y te daré todo el espacio que necesites.

Cierro los ojos, sintiendo cómo su abrazo se convierte en un refugio momentáneo, aunque las preguntas y la incertidumbre sigan danzando en mi cabeza.

Al llegar a España me duele la cabeza, estamos en el aeropuerto y ya marcan las seis de la tarde, me urge ver a mis niños.

— Lucía — Oliver me detiene - Quedate un momento nos reuniremos un momento con el abogado

—¿Pasa algo?

Asiente, me besa el cabello y tomamos asiento, el abogado entra al Jet, es alto y joven. Extiende sus mano

-Señorita Garrido soy el abogado Jackson y estoy aquí para representarla

El abogado se inclina un poco hacia adelante, como si lo que fuera a decir a continuación requiriera una atención aún mayor.

—Inicialmente, Carlos estaba buscando una custodia compartida —comienza, su tono más grave—. Pero ha recibido influencia de su padre, quien lo ha presionado para que solicite la custodia completa. Según él, los niños estarían mejor bajo el control total de Carlos, sin la "interferencia" de Oliver.

Siento como si un cubo de agua helada cayera sobre mí. Custodia completa... Carlos ya no solo busca compartir el tiempo con los niños, ahora pretende apartarme por completo.

—¿Custodia completa? —murmuro, sin poder creer lo que estoy escuchando—. ¿Él cree que puede quitarme a mis hijos?

El abogado asiente, su expresión seria pero comprensiva.

Quiero que me mires- Carlos SainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora