III. PARTE BAKU 1.3

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Es viernes de prácticas, y al llegar al paddock con Oliver, siento el estrés en el aire. Judith está preocupada por el escándalo que involucra a mis hijos, a Oliver y a Carlos.

—Me parece que deberías, no sé, decirle algo a la prensa —me dice Judith.

—No tengo que explicarle mi vida a la prensa.

—Pues afecta la imagen de Oliver.

—Y yo lo estoy manejando bien.

Judith rueda los ojos, molesta. Oliver sacude la cabeza, visiblemente irritado. Nos dirigimos a la oficina, y él toma asiento en el sofá.

—No tienes que explicar nada —me dice con calma.

—Lo sé —lo miro—. No quiero que mis hijos sean parte de un escándalo.

Asiente, se levanta y me toma las manos con ternura.

—Lucía, ¿te puedo hacer una pregunta?

Asiento.

—Ya no sientes nada por Carlos, ¿verdad?

—No —digo firme—. ¿Por qué?

—Sé que su compromiso es por PR —explica—. Carlos me dijo algo esta mañana.

—¿El qué?

—Que intentará que vuelvas con él. Está muy seguro de que aún lo amas.

Frunzo el ceño. La idea me parece ridícula. Pasé casi la mitad de los años que tienen mis hijos sufriendo para olvidarlo. Mi yo interior está casi segura de que no siento nada por él. Acaricio la mejilla de Oliver y le doy un beso suave.

—Te tengo a ti ahora, ¿qué puede importar?

—Los niños… —dice con la voz quebrada—. Me da miedo que ya no me quieran.

—Oliver, ellos te adoran.

Parece triste.

—Cuando les cambien los apellidos —dice, tratando de no llorar—. Me sentiré un poco mal. En el fondo, Lu, siempre los quise como a mis propios hijos.

—Ollie... —lo miro con ternura—. ¿Crees que no lo sé?

Sonríe. Sus ojos brillan como si estuviera pensando en algo importante.

—¿Tendré la misma suerte cuando tengamos un hijo?

Me ruborizo. Otro hijo... y de Oliver. Bajo la cabeza para disimular.

—¿No quieres? —pregunta con preocupación.

—Claro que sí —sonrío—. Solo que no quiero pasar por lo mismo de antes.

Me abraza y peina mi cabello suavemente.

—No será así —promete con una seguridad que me calma.

Más tarde, estamos en el garaje de Oliver, viendo las prácticas. Una de las cámaras me enfoca, y yo sonrío. Oliver consigue una buena posición al final  FP3. Cuando termino de recoger mis cosas, la puerta se abre despacio, y pienso que es Oliver, pero es Ana, la novia de Carlos.

—Hola —dice, algo incómoda—. ¿Podemos hablar?

—Ya me iba —respondo, tratando de salir de la situación.

—No te quitaré mucho tiempo —insiste.

Se recoge el cabello y me mira con incomodidad.

—Nuestra relación solo es por PR —comienza—. Pero eso no quita los beneficios que tengo.

—¿Perdón?

—Hablo de que tenemos relaciones y esas cosas.

—Vale… —alzo las cejas—. ¿Y eso en qué me incumbe?

Quiero que me mires- Carlos SainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora