Me pongo un pantalón hasta la cintura y una blusa ligera. Me subo en mis sandalias y peino mi cabello hacia adelante, tratando de controlar los nervios. Mis mejillas están rojas, y siento cómo mis manos empiezan a sudar. Respiro hondo, intentando calmarme, pero el cosquilleo en mi estómago no se va. Hoy es importante.
Al bajar, beso a mis pequeños con cariño y dejo la llave del auto con Sandra. Al llegar al bar, la atmósfera está llena de energía y se escucha a Sia cantar en el escenario. Grace me apura, así que tomamos asiento rápidamente, y apenas nos acomodamos, me doy cuenta de que Grace está completamente desatada.
Ella canta a todo pulmón, y yo la miro, dejándome llevar por la emoción del momento. Las letras de las canciones de Sia resuenan en mi alma, tocando cada rincón de mis emociones. Siento que cada nota me envuelve y me transporta, haciéndome olvidar las preocupaciones que me han seguido. Es una experiencia liberadora, y aunque estoy nerviosa por lo que está por venir en mi vida, en este instante, solo importa la música y la conexión que siento con Grace y la artista.
Mi teléfono se enciende y, al ver su mensaje, sonrío, sintiendo que todo dentro de mí se derrite. Le muestro la pantalla a Grace, quien me abraza y llora emocionada. Salgo de la función un momento y ahí está él, parado frente a su Ferrari, con un pantalón negro casual y una camisa blanca. Su cabello despeinado le da un aire despreocupado y atractivo. Sonríe como si fuera cómplice de lo que está sucediendo.
Oliver camina hacia mí y me envuelve en un abrazo. Sus brazos rodean mi cintura, y ese abrazo dura unos segundos que parecen eternos. Me atrae hacia él, acariciándome la mejilla con ternura.
—Te amo y no quiero estar nunca más lejos de ti —susurro, sintiendo cómo las palabras brotan con sinceridad. —Por favor.
Escucho su suspiro, como si eso fuera lo que llevaba tanto tiempo queriendo escuchar. En ese instante, me doy cuenta de que siempre fue Oliver, de que, en algún momento, él se convirtió en la versión de Carlos que nunca llegaría. No era por Carlos; Oliver tiene una manera única y especial de hacerme sentir querida. Carlos simplemente me perdió por su afán de querer algo que no podía quererlo a él.
—No tienes que preocuparte —dice Oliver, separándose un poco para mirarme a los ojos—. Estoy aquí, y siempre estaré, Te amo
Lo abrazo y escucho a Sia empezar a cantar "Breathe Me". Abro los ojos por inercia y, frente a mí, está Carlos. Tiene las manos en los bolsillos, y de su lado, su hermana se adelanta, pasando con una sonrisa que no deja nada bueno que desear. Me separo de Oliver y me limpio las lágrimas.
—Lucía —dice Carlos—. No sabía que estarías aquí.
—Hola, Carlos.
—Estás muy linda.
Sonrío y miro a Oliver, que me mira con ternura. Me besa el cabello y luego dirige su mirada a Carlos. Sin decir mucho, él ya lo sabe, y puedo notar lo herido que está. Carlos agacha la cabeza y luego mira a Oliver.
—Cuídala mucho —dice, con un nudo en la garganta.
—Lo haré —responde Oliver, su voz firme y protectora.
Lucía, la que lo amaba, quizás se hubiera arrepentido de esta decisión, pero en este momento, cuando Carlos sigue su camino, solo me apetece ver a Oliver. Carlos tiene mucho que aprender; siempre será el padre de mis hijos, pero mi corazón le pertenece a Oliver.
Mientras el eco de la canción llena el bar, me siento en paz. Este es el camino que he elegido, y aunque hay tristeza en la despedida de un capítulo anterior, hay una nueva luz brillando en mi vida. Con Oliver, todo se siente más auténtico, más real. Y mientras Carlos se aleja, siento que he dejado atrás las dudas, las inseguridades.
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Quiero que me mires- Carlos Sainz
FanfictionLucía Garrido, la nueva relaciones públicas de Carlos Sainz, entra con entusiasmo en el glamuroso escenario del Gran Premio de Mónaco, listo para sumergirse en el vertiginoso mundo de la Fórmula 1. Su admiración por Carlos es palpable, pero la eufor...