Narra Israel: Desperté con la sensación de que algo andaba mal. No sabía si era porque en los últimos días había estado demasiado atento a cada pequeño gesto de ____, o porque simplemente ya había aprendido a reconocer cuándo algo la inquietaba.
Desde nuestra llamada de anoche, supe que me estaba ocultando algo. Me lo confirmó cuando llegué al club y me encontré con Henry y Alejandro, quienes sin decir mucho, me miraron con esa expresión que decía "pasa algo, pero no sabemos si decírtelo".
Israel: ¿Qué pasa?
Alejandro fue el primero en hablar.
Alejandro: No sé si deberíamos decirte esto, pero... ayer algunos periodistas estuvieron preguntando por ____.
Israel: ¿Periodistas? ¿Por qué?
Alejandro: No lo sabemos con certeza, pero Henry escuchó a uno mencionar a Santiago Trigos.
Mi corazón se aceleró. Sentí el mismo enojo que aquella vez en la que me enteré que estaba en Argentina, como una sombra que se negaba a desaparecer.
Israel: ¿Qué dijeron exactamente?
Henry: Solo que alguien había recibido una llamada de la cárcel y que había rumores de que intentó comunicarse con ella.
Henry: Que llevaba días intentando contactar a alguien, pero que finalmente ya lo había conseguido. Empezaron a sospechar que se trataba de ____.
Sentí que la sangre me hervía.
No podía ser coincidencia. Si Santiago le había llamado a ____, entonces ella sí estaba en problemas y, como siempre, intentaba lidiar con todo sola.
Saqué mi celular y le marqué. Sonó varias veces antes de que por fin contestara.
TN: Hola
Israel: ¿Por qué no me dijiste que Santiago te llamó?
Hubo un silencio. Sabía que estaba decidiendo si mentirme o no.
TN: Porque no quería preocuparte.
Me pasé la mano por el cabello, tratando de no explotar.
Israel: ____, ¡esto no es algo pequeño! No puedes seguir manejando esto sola.
TN: No estoy sola, Israel.
Su respuesta me descolocó.
Israel: Yo sé que no estás sola, pero por tu tono, supongo que no hablas del apoyo que recibes de todos, sino de alguien en específico ¿Quién más lo sabe?
TN: Richard.
Cerré los ojos y apreté la mandíbula. No porque no confiara en él, sino porque odiaba la idea de que fuera a él a quien recurriera primero, en lugar de mí.
TN: Mira, no quería que te enteraras así. No te lo oculté por desconfianza, sino porque pensé que podía manejarlo sin que se volviera un problema para ti.
Israel: ¿Y qué piensas hacer ahora?
TN: No lo sé.
No podía creerlo. No después de todo lo que habíamos pasado.
Israel: ____, si de verdad quieres que esto funcione entre nosotros, tienes que dejarme estar aquí para ti. No puedo prometerte que no me enoje o que no quiera partirle la cara otra vez a ese imbécil, pero lo que sí puedo prometerte es que voy a hacer todo lo que esté en mis manos para que no vuelvas a sentirte insegura.
Silencio.
Israel: ¿Confías en mí?
Escuché cómo exhalaba, como si estuviera rindiéndose ante algo que había tratado de evitar.
TN: Sí.
Israel: Entonces dime qué necesitas que haga.
Y, por primera vez en mucho tiempo, sentí que tal vez, solo tal vez, íbamos a poder enfrentar esto juntos.
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