Narra TN: Era martes y, aunque no pude pasar tanto tiempo con Jordan como me hubiera gustado, me sentía ligera, diferente. Habíamos hablado de tantas cosas durante la tarde de ayer, me hizo bien desconectar un poco, aunque sabía que no podía dejar que eso me desestabilizara por completo. Jordan tenía que regresar a Torreón ese mismo día, así que el tiempo juntos fue breve, pero muy apreciado.
El club estaba casi vacío cuando llegué, mucho más temprano de lo acostumbrado. El silencio del lugar me dio una sensación de calma que no había tenido en mucho tiempo. Tenía ganas de mantener la paz, de no darles demasiada importancia a las miradas curiosas de los chicos, aunque sabía que, tarde o temprano, ellos lo notarían.
Cuando comenzaron a llegar, noté que algunos de ellos se sorprendieron al verme diferente, quizás más relajada. Sin embargo, no pensaba en hablarles aún. Mi plan de ignorarlos seguía firme. La actitud que había tenido en los últimos días no iba a cambiar de un momento a otro.
Álvaro fue el primero en acercarse, seguido por Ramón y el Búfalo. Aunque al principio traté de mantenerme indiferente, me di cuenta de que no podía seguir ignorándolos tan rotundamente. A ellos sí les respondí, aunque de manera breve. Pensé que podía ir disminuyendo el castigo poco a poco, sin ser tan drástica.
Álvaro: ¿Cómo estás hoy?
TN: Bien, gracias, ¿Y ustedes?
Ramón: Todo bien.
Búfalo: ¿Qué tal el fin de semana?
TN: Bien, todo tranquilo.
Búfalo: Nos alegra verte más tranquila.
Ramón: Hay que agradecérselo a Carrillo.
Me reí un poco, eso fue todo lo que intercambiamos antes de que el resto de los chicos llegara. Los observé mientras se reunían en el círculo, y la tensión era palpable. Pude ver las miradas furtivas de Israel, Alejandro, Emilio e Illian. Sabían que algo había cambiado, pero no sabían cómo interpretarlo. Ellos, más que nadie, estaban pendientes de cada movimiento que hacía. No pude evitar notar la mezcla de incomodidad y curiosidad que emanaba de ellos.
Antes de que comenzara el entrenamiento, justo en la plática inicial, que siempre se daba, el entrenador, con una sonrisa, me preguntó de manera casual:
Jardine: ¿Cómo te fue con tu amigo, ____? ¿Todo bien?
Miré alrededor, y todos los chicos estaban mirando con atención, probablemente esperando una respuesta que no querían escuchar.
TN: Sí, todo bien, gracias, fue bueno ponernos al día después de tanto tiempo. De hecho quería agradecerle otra vez por permitirme salir temprano y así puedes pasar tiempo con mi amigo.
Jardine: No es nada ____, se veía muy entusiasmado de venir a verte.
Me aseguré de no revelar nada que pudiera darles pistas sobre lo que había pasado o lo que realmente había estado sintiendo. Lo que me sorprendió fue la forma en que Israel me miraba. Aunque intenté no dejar que sus ojos me afectaran, no pude evitar sentir que su mirada se clavaba en mí. No sabía cómo interpretarla. ¿Estaba preocupado? ¿Celoso? No estaba segura, pero no pensaba darle la oportunidad de aclararlo.
Mi corazón se apachurraba un poco al verlo, pero seguí ignorándolo, como había decidido. No podía darles el lujo de ver que me afectaban. Hoy, simplemente no iba a ser parte de sus juegos. Sin embargo, la forma en que me observaba Israel no me dejaba de inquietar.
