Mangel
Me agacho hasta quedar hasta su altura, sus ojos negros me observan, acaricio su mejilla — algo mojada por las lágrimas— y beso esta. Se aferra a mi cuerpo, y comienza a sollozar.
— No te vayas, por favor- murmura en mi cuello, rodeo su pequeña cintura.
— Tengo que..-tomo un respiro- Eres la mejor hermana del mundo ¿lo sabías?- ella niega- Lo eres y por eso nunca te olvidaré- se separa de a poco a poco.
— Yo tampoco Mangel- sonrío.
Me enderezo, y sujeto las valijas con fuerza; mi padre está en la puerta esperándome.
— Adiós Shantal- murmuro, el nudo en la garganta crece cada vez más.
— Adiós.. Hermano-.
Con cada paso que doy miro hacia mi alrededor, observo la cocina, los pasillos, los muebles, los cuadros colgados en la pared, el gran televisor, y varias cosas más; nunca olvidaré esta casa, nunca la olvidaré.
Doy un suspiro, y mi padre abre los brazos de par en par.
— Hijo- enrollo mis brazos en su cuello, y me quedo allí.
No sé si pasan segundos o minutos, sólo no quiero que este abrazo termine; me va soltando de a poco a poco.
— Te voy a extrañar- revuelve mi cabello.
— Yo también- suspira- No quiero que esto sea más difícil ¿vale?- asiento.
Vuelvo a tomar las maletas, y salgo de casa; giro sobre mis zapatillas y observo el jardín, el balcón, las macetas, las flores que mi madre tanto cuidaba, y todos aquellos recuerdos que pasé en mi casa vienen a mi mente como pequeños destellos.
— ¡Cuídala y cuídate!- exclamo.
Mi hermana se asoma por la puerta, sus ojos rojos y una sonrisa tronchada es lo primero que veo, alza su mano y mira a mi padre.
— ¡Lo haré!- dice Jerry.
Me giro, y dándole la espalda a mi mejor recuerdo, me encamino hacia el taxi que nos espera, mi Madre se encuentra dentro.
—¿Quiere que lo ayude?- niego y el chófer abre la compuerta de atrás.
Voy metiendo mi maletas de una en una, al estar todo listo, cierro la compuerta y me encamino hacia la puerta de copiloto.
Al abrirla, levanto la vista y ahí estaba Él, caminando hacia mi casa, con la cabeza gacha. Me quedo estático, la respiración se me corta y estoy a punto de gritar su nombre, si no es por el llamado de mi madre.
— ¿Hijo?- y sin pensarlo dos veces, me adentro al coche.
— Arranque- el conductor asiente.
Miro por la ventana, Shantal vuelve a alzar su mano y mi padre le imita. Todo pasa tan lento, la manera en la que levanta su cabeza, y me mira pero, era muy tarde.
El carro se mueve a una velocidad inexplicable, y la silueta de su cuerpo se va distorsionando por la agilidad del auto.
Reposo mi cabeza en la ventanilla, y siento como las lágrimas se deslizan por mis pómulos. ¿Qué hacía aquí? ¿Acaso no le dije que mis "Tías" vendrían?
Y todo se mueve tan gradual, puede ver de lejos los aviones y la entrada al aeropuerto. Me preparo para entrar y no hacer el ridículo con mi llantos; el carro se estaciona en el aparcado, mi madre paga lo necesario y bajamos.
Recorro el largo pasillo con el ticket en la mano, las valijas se encuentran en la banda de equipaje; mi Madre se encuentra comprando unos cafés y Yo por mi parte, recorriendo el aeropuerto.