Ruben
Pateé el florero de mi madre que nos regaló, años atrás, la cerámica se destruyó en menos de un segundo; caminé hacia mi mochila y la llené con cajetillas de cigarros.
—¿Qué fue e..-entró y me miró- ¡Dame, dame eso!- hizo caso omiso al recuerdo de nuestra madre, y extendió su mano dando a entender lo que quería.
—Mia, no te metes- me agaché y coloqué mi mano debajo de la cama, sacando un par de botellas de cerveza.
—¡Dijiste que no volverías a hacerlo!- gritó, la ignoré olímpicamente- Por mamá, lo juraste por E-Ella..- paré por un momento, me giré a verla.
—Adiós, Margaret- tomé la pesada maleta, y caminé a la salida de mi pieza
—Mamá, no hubiera estado orgullosa de T-Tí..-frené en seco; las converses azules, que traía puestas, rechinaron en el suelo.
Apreté mi puño, dejé caer mi mochila al suelo y corrí hacia mi hermana; la tomé de los brazos agitándola de un lado a otro, con brusquedad.
—R-Ruben, p-para- gimoteó
—¿Qué es lo que has dicho?- trataba de zafarse de mis manos, apreté sus delicados brazos con mayor fuerza- Repitelo..- ordené
—M-Mamá, no hubiera...e-estado..o-orgullosa de Tí- y la solté, cayó al suelo.
Miré hacia abajo, sus ojos azules como el agua, me observaban con miedo y lágrimas en los ojos; me acerqué a Ella, quedando en cuclillas.
—¿Acaso Ella te lo dijo?- su labio tiritaba, como si lo que estuviera viendo fuera un monstruo, de un cuento de hadas, y no su hermano-¡Dímelo, maldita sea!- asintió, sus cabellos taparon su rostro por la acción- ¡Maldita la hora, en la que tuve una madre!- me levanté en un salto.
Tomé la mochila, y observé a Mia; sus brazos estaban rojos, ellas se los sobaban tratando de pasar el dolor. Al ver que la estaba mirando desvié su mirada, arreglé mi cabello y abrí la puerta.
—No me esperes para la cena- antes de cerrar ella dijo un "Eres un miserable" y la cerré por completo.
[...]
8:30 de la mañana. Mi hermana ya a de haber ido al Bachiller, y Yo por mi parte me encontraba caminando a mitad de la ciudad, con una mochila repleta de cigarros y licor. Paré al ver el semáforo de rojo, y me apoyé en el poste.
—H-Hola- giré a ver a la persona que me había hablado
Su cabello rojo llamaba toda mi atención, bajé la mirada cruzando con sus ojos algo avellanas. Era Jenn, la amiga de Miguel, la que gritó a mitad del almuerzo por ayuda.
—Hola..-murmuré, y volví a mirar al frente
—¿Vas al Bachillerato?- sentía su mirada en mi cuerpo, alcé una ceja, y sin dejar de mirarla negué- ¿No vas?-rió- Qué mal chico..-se burló
—Uhum..-hice un ademán con mi boca, y noté como se acercaba a mí, por el rabillo del ojo- No estoy para ligar, tengo Novio..Eso significa que soy Gay, no me gustan las mujeres y menos una como tú, así de put..-callé antes de decir aquella palabra y crucé la pista, giré a verla; sus ojos seguían en mí, observándome con lujuria.
Me guiñó un ojo, y solté un bufido.
Al estar en menos de una cuadra, la madre de mi Novio salió de la casa; noté como en sus manos llevaba una caja con sus pertenencias.
Apresuré el paso, con sed de venganza y me apoyé en su negro coche.
—¿Se mudan?- paró al verme y calló- O ¿Se muda?- tomó las llaves y apretó un botón, el auto hizo un sonido y avanzó hasta el asiento de conductor- ¿Le mordieron la lengua?-reí, y al ver que estaba a dos pasos de mí, la tomé de las muñecas; pegó un brinco y dejó caer la caja- Que le quede claro que nadie me va a separar de Miguel..-me miró- ¿Entendió?- la solté, y caminé hacia la entrada de la casa.
Toqué el timbre de la gran casa, y me giré a verla; recogía sus cosas con apuro.
—¡Que tenga buena suerte en su viaje!- exclamé con tono burlón
—¿Qué haces acá..A tempranas horas de la mañana?- dijo Jerry, padre de mi Novio
—Buenos días- entré
—Ruben ¿Acaso no deberías estar en el Bachillerato?..-bufé
—Traje algo para saciar la tristeza que tenemos- cerró la puerta y camino hacia la sala.
—¿Tenemos?- abrí la maleta
—Sí- saqué las cajetillas de cigarro y los envases de alcohol.
—¿Qué piensas hacer con e..-cogí un cigarro, y lo coloqué en su boca; tomé el encendedor y lo prendí.
—¿Mejor?- sonrió, y tomó la botella
—Necesito una de esas- palmeé su hombro
—Era hora ¿no?-
Y así pasamos las horas, tomando y conversando sobre nuestras penas; Extrañaba a su esposa pero, el destino le enseñó que no hay que confiar en la primera persona que veas.
Él me aconsejó que sería mejor ir deshaciendo el lazo que tenía con Miguel.
No quiero..ya tampoco lo voy a hacer.
Estaba padeciendo en silencio, no quería que desapareciera de mi vida, no quería; por el simple y llanamente hecho que me olvidaría en el recorrido.
"Hasta el hombre más cabrón y mujeriego se enamora, llora y sufre cuando llega Ella, la indicada"
Recordé las palabras de mi madre.
Y tenía toda la jodida razón
Sólo que..
No era un "Ella"
Era un ÉL.