Ruben
Sus ojos verdes se posan en los míos, toma mi hombro y me sonríe; al hacerlo me deja confundido, se levanta del asiento, y con algunas lágrimas recorriendo sus mejillas, me vuelve a sonreír.
— ¿M-Me entregarás?- pregunto con el miedo recorriendo cada parte de mi cuerpo.
Él da un suspiro al cielo, mira una de las tantas pulseras que tiene en su mano y su mirada regresa a mí.
— No lo haré-.
Sonrío, y siento como el alivio regresa de apoco a poco a mi cuerpo.
— ¿P-Por qué?- me atrevo a preguntar.
— Porque a mi hermana no le hubiera gustado-.
— Gracias..-murmuro con el corazón a mil.
— Sólo necesito que le digas a mis padres la verdad- comenta, y el nerviosismo regresa.
— ¿Acaso ellos no se fueron a Australia?- acomodo la maleta en mi hombro.
— Sí pero, les explicarás por videollamada- y culpo a la, avanzada, tecnología.
— Esta bien- murmuro.
Se despide con una última mirada y se va, Yo me quedo muy confundido; a decir verdad, estoy completamente aliviado, ya que, aquel sentimiento de miedo que habitaba, en los más profundo, de mi alma había desaparecido al contarlo todo lo sucedido a Daniel.
Seco unas cuantas lágrimas que yacían pegadas a mis pómulos. Y una discusión se debate en mi mente, ir o no ir; de lejos puedo verlo desaparecer entre algunas personas.
— ¡Daniel!- exclamo.
Él para el paso, y se gira. Corro lo más rápido que puedo, el aire choca en mi rostro, mi mochila se balancea y las converse blancas, que traigo puestas, se van desgastando con los pasos.
— ¿Pasó algo?- pregunta.
Ignoro su comportamiento, es decir, ¿Quién estaría tranquilo después de que el asesino de su hermana, haya confesado su crimen? Yo no.
— ¿Dónde se encuentra?-.
— ¿A quién te refieres?-.
— A..Ella- muerdo mi labio.
— ¿A ella?- ruedo los ojos.
— Leslie- murmuro.
Y su expresión cambia, sus cejas caen y sus labios forman una curva baja; trago saliva, y asiente.
— En el cementerio, el del centro- y con tan solo eso me bastó.
Ahora me encontraba caminando en medio de la ciudad, mis ojos observaban cada cosa que veía, cada persona o automóvil, en sí, me sentía bien conmigo mismo; había confesado algo que tenía guardado desde años y, que en sí, no se lo había contado a nadie..hasta ahora.
El clima había cambiado drásticamente, de frío pasó a caliente; estoy seguro que estamos a unos 32° de temperatura.
Y sonrío, aquellos recuerdos del verano se acumularon en mi mente.
"— ¡Por favor!- niego con la cabeza- Rubius, sólo será un vez- hace un lindo puchero, para mi gusto.
Río ante su acción infantil y vuelvo a negar.
— ¿Qué tengo que hacer para que entres a la piscina conmigo?- me jala del brazos con desesperación.
— ¿Qué es lo que no tienes que hacer?- levanto las cejas dándole sobre sentido a la situación.