Mangel
Cierro la puerta de mi habitación, y suelto un suspiro; se sienta en mi cama y palmea el colchón indicando que me siente junto a Él. Me despojo de mis guantes y tomo asiento, me pasa la taza de chocolate caliente y la aferro a mis manos.
— ¿Sigues..teniendo frío?- di un sorbo al líquido, y lo retiré de mis labios, ya que, estaba muy caliente.
— N-No, ya no- murmuré y dejé la taza en el escritorio.
Un silencio se formó, mis ojos observaban los papeles en la papelera y suspiré. ¿Habrá recibido mi carta? Y espero que sí, aunque no he recibido su respuesta y eso me angustia; hay tantas cosas dando vueltas en mi cabeza, desde mi partida hasta mi llegada a Inglaterra, cuando conocí a George y cuando mi madre y Yo hicimos las pases.
Y me pongo a pensar, ¿Se encontrará bien? ¿Me extrañará? ¿Llorará por mí en las noches? ¿Mirará la luna pensando en mí? y la curiosidad me gana, las ganas de volver a enviarla una carta diciéndole lo mucho que lo extraño y que haría todo lo posible para volver.. Pero, sé que eso es imposible.
Y, entre las cosas amontonadas, localizo en mi cama aquella pulsera celeste que decía con letra cursiva: "Te Amo" la tomó entre manos y me dedico a observarla a recordar el momento en el que me la entregó. ¿Hace cuánto no la usaba? y al formularme la pregunta, mi corazón comienza a latir muy fuerte..
Ese día, ese día en el que me regaló la pulsera... Justo ese día, fue cuando formalizamos como pareja.
— ¿S-Se puede saber por qué estabas llorando hace un par de horas atrás?- miro a George.
Asiento y me preparo mentalmente, pienso contarle todo desde el inicio hasta el final.
Con cada palabra que doy el nudo va creciendo, las ansias de llorar aumentan y un dolor insoportable en mi pecho se hace presente, mi amigo me mira atentamente no formula ninguna palabra desde que comencé y agradezco su gesto, ya que, si hablaba rompería en llanto.
Los minutos pasan y pasan, puedo notar que el frío es cada vez más fuerte y la nieve cae en más cantidad, la noche se acercaba y Yo estaba con los ojos cristalizados, aguantando las lágrimas, aguantando el dolor y las ganas de largarme de este país y volver al mío.
Al terminar, observo la muñequera celeste la aplasto entre mis manos y doy un sollozo, al fin y al cabo, había terminado siendo el villano de la historia, probablemente todos me odien por haberlo dejado o peor, nunca me querrán ver.
Las lágrimas se van deslizando por mis mejillas como las gotas de lluvia que caían en la ventana, doblé mis rodillas hasta mi pecho y mi llanto se hizo más profundo; al principio, escuchar la lluvia caer me tranquilizó pero, luego me recordó a Ruben y su felicidad al ver las gotas de agua chocar contra el suelo.
*Aclaración: Si es posible que llueve mientras está nevando*
— M-Mangel..-me removió con la intención de consolarme- M-Miguel Y-Yo..-suspira y alzo mi cabeza, sus ojos avellanas me observan con firmeza y me intimido ante su mirar- No vale la pena que llores por Él, ¿Acaso no te das cuenta? ¿Quién en su santo juicio amaría a alguien que te hace daño? ¡Eso es masoquismo! ¿Por qué dejabas que golpeara a personas inocentes? , ellos sólo querían acercarse a ti para ser amigos o preguntarte por la tarea; pero,llegar a ese límite, el golpear a alguien por acercarse a su Novio.. ¡Eso es patético y estúpido! Ese tal Ruben es muy agresivo y según tú, estaba metido en el narcotráfico de drogas, sólo ponte a pensar en todos los momentos que vivieron juntos, ¿Disfrutaste de su compañía? o ¿Le tenías miedo?- soltó un suspiro como si, durante todo el tiempo que estuve hablando, se hubiera guardado todas esas palabras.
Muerdo mi labio, y cada palabra retumba en mi cabeza. No sabía que decir, ni que hacer; aquellas palabras me dejaron estupefacto. Mis mejillas estaban marcadas por los rastros de las lágrimas y un poco rosadas, mis piernas se estiraron y me quedé boquiabierto.
— Sólo.. -dice y agrega- ¿Lo sigues amando?-.
Mi lengua se trabó, las oraciones se quedaron atrapadas en mi garganta; parpadeé muchas veces, cerré mis labios y relamí estos.
— Yo..-miro el suelo- Sí - murmuro.
— Entonces no habrá forma de que ocupe su lugar - dice George, en sí, lo murmura y con el sonido de las gotas cayendo en el tejado, no llegué a escuchar lo que dijo.