Mangel
— ¿Nervioso?- mi madre pregunta al asomarse por la puerta, dejo mi móvil a un lado y suelto un suspiro.
No me sentía nervioso, ni triste, ni feliz, ni ansioso, ni vivo.
— Algo- murmuro, y guardo un par de cosas más en la mochila.
— Oh vamos, cariño- se acerca a mí, y toma mi rostro entre sus dos manos.
— Bien, sí, estoy emocionado- murmuro.
— Vale, que puedo oler tu emoción a kilómetros- sonrío y agradezco que mi madre sea divertida, a veces.
Resignado, tomo mi maleta y camino detrás de mi madre. Íbamos a inscribirme a una preparatorio de talentos, o algo así; ya que, mis amigos ya entraron a la escuela y digamos que soy el único que no puede. Entraría, pero al próximo año, porque me vine a Inglaterra a mitad de este.
Me apoyo en la barra de la mesa, y doy un sorbo a mi limonada, mi madre lee el periódico y me dedico a observar mi móvil.
Desde que aquella llamada llegó, no he dejado de observar estas, en sí, me fijo en las llamadas perdidas y ruego porque haya alguna esta vez.
Y sí, hay una. De un número desconocido, decido obviar esa y termino de un sorbo mi jugo.
— ¿Vamos?- toma su cartera y las llaves del auto, que en sí, hace menos de una semana se lo compró.
— Sí- murmuro y tomo una manzana de la cesta.
El camino a la preparatoria fue en silencio, sólo se oían las mordidas que daba a la fruta y nuestras respiraciones.
El carro frenó, pensando que era un rojo me quedé quieto observando los alrededores, pero mi madre me interrumpió.
— Ya llegamos- reí y abrí la puerta.
Esperé a que mi progenitora bajara, pero no lo hizo. Toqué la ventana del copiloto, un par de veces, y bajó esta.
— ¿Pasó algo?- pregunto.
— Debes acompañarme- ella niega- ¿Qué, quieres decir con un no?- me cruzo de brazos.
— Te van a tomar la prueba, y si entrar te quedas un par de horas y si no, me llamas y vengo a recogerte ¿vale?- bufo.
Mi mamá y su estúpida manía de decirme las cosas al último momento.
— Vale- retrocedo, y camino hacia la entrada.
— ¡Suerte!- freno, y giro a verla.
El carro se pone en marcha, y veo desaparecer el auto entre las frías calles de Londres.
Me acomodo la maleta, y camino hacia la, gran, entrada. Un par de chavales están conversando en la entrada, decido acercarme a preguntarles en qué lugar queda las audiciones.
— ¡Hey!- me balanceo un poco, y arreglo mis guantes.
Ellos giran a verme, son tres en total; uno de ellos me observa con una sonrisa, y responde mi saludo.
— ¡Hi!- los otros se limitan a sonreírme.
— Where's the..-y suspiro.
Era pésimo para el inglés.
— ¿La sala de audiciones?- y en realidad, no me asombro al escuchar hablar español, es más, me lo venía venir.
— Sí- me abrazo, tratando de darme calor.
— Justo íbamos para allá, ¿nos acompañas?- asiento, y paso junto a ellos, que a decir verdad, no sé sus nombres.
— ¿Cómo se llaman?- pregunto al estar, ya, en el pasillo.