Mangel
Bajo del auto y corro hacia la entrada del aeropuerto, escucho a mi amigo gritar pero no giro a verlo, lo único que tenía en mente era poder recuperarlo, poder decirle todas esas cosas que he aguantado en mi corazón, poder abrazarlo, poder besar sus labios pero sin ningún impedimento y sobre todo, poder decirle un Te Amo sin algún rechazo.
Me abro paso entre el montón de personas, y comienzo a buscar su cabello castaño o aquella maleta negra con la que siempre viaja, y entonces una mano se posa sobre mi hombro, pego un salto y observo su cabello rojo. Llevo una mano a mi pecho, y lo fulmino con la mirada.
—¡Gilipollas, me has matado de un puto susto!- exclamo aterrorizado, y coloco mi mano sobre su pecho, empujándolo.
—Vale, vale-gira hacia la derecha- Tranquilo hombre, que no ha sido para tanto- ruedo los ojos, y miro hacia el frente.
Comenzamos a caminar con prisa, tratando de localizarlo, pero era tanta la muchedumbre que tuve que colocarme en puntas y con tan mala suerte que tengo, caí al suelo y las personas de mi alrededor comenzaron a reírse, en especial mi mejor amigo.
—¿Te vas a quedar allí? Mueve tu culo, debemos buscar a tu novio- mis mejillas cobran un color carmesí al escuchar la palabra novio.
Me levanto con el bochorno sobre mi cuerpo, y seguimos caminando. Un grupo de chicas extranjeras se nos acercan con una leve sonrisa, muerdo mi labios y miro a Michael, el suelta un suspiro y me murmura un 'Ve buscándolo, yo las entretendré'.
Le hago caso a su petición, y antes de que una de ellas tome mi brazo salgo corriendo de allí. Me encuentro en la sección de asientos de espera, las personas no son tan escasas pero si como para poder ver mejor, y entonces oigo un grito de la parte de atrás.
—¡En la sección de boletos, están justo allí!- agradezco con la mirada a mi amigo, y los veo.
Ruben con aquellos audífonos verdes que le regalé por su cumpleaños número 16, y aquella mochila colgada en su hombro junto a su demás equipaje, junto a él estaba Chris el cuál esperaba a que la fila avanzara para poder salir del país.
Y entonces grito su nombre, lo grito como si fuera lo último que pudiera pronunciar, lo grito tan fuerte que siento mis cuerdas vocales romperse—literalmente—y sus ojos se posan en mí, sus labios se fruncen y noto como Rubius gira a verlo.
Hablan por segundos, mi ex-novio se despoja de sus audífonos, pero al querer volver a gritar su nombre se los vuelve a colocar; Chris entrega los boletos y reacciono. Mis piernas corren con rapidez hasta ellos, esquivo mujeres y niños, y al llegar y ver como las puertas metálicas se cierran.
—¡Ruben!- al exclamar su nombre noto como deja de caminar, y se gira.
Pero era muy tarde, la puerta se cerró en mis narices al llegar.
Mis puños se colocan en la puerta metálica, y con mis nudillos comienzo a golpear con toda la ira y el enojo posible; un guardia me toma los hombros y me empuja hacia otra dirección. Un Michael cansado llega hasta a mí y coloca una mano en mi omóplato, abre sus brazos en forma de consuelo, pero una idea cruza por mi mente y ruego que no sea demasiado tarde.
—¡Mangel, regresa!- exclama mi mejor amigo.
Pero regresar no estaba en mis planes, no hasta poder encontrarlo.
Freno hasta el mostrador azul, el único vació, pero en este sólo podían a atender a personas discapacitadas o mujeres embarazadas; una mujer de cabello rubio ondula me observa esperando una explicación. De mi bolsillo trasero saco mi pasaporte—lo llevo a todas partes y agradezco eso—y lo coloco en la repisa junto a unos cuantos billetes más.
—A Australia- informo desesperado.
Ella levanta una ceja, y se cruza de brazos negando con la cabeza.
—Sólo tome el dinero, por favor- le suplico.
—Leyes son leyes, tendrá que hacer la cola de al lado. Esta es para personas de edad, mujeres embarazados y discapacitados, así que por favor le pido que vaya a la siguiente ventanilla-me regresa mi pasaporte y el dinero.
—Por favor se lo ruego, estoy a punto de perder a la única persona que amo por un inepto que trata de quitármelo, se lo ruego- digo y agrego- ¡Haré cualquier cosa, lo juro!- levanto la mano derecha en son de juramento.
Ella toma mi pasaporte y observa el nombre, una sonrisa se curva en sus labios.
—Lo haré, pero hacerme un favor especial, ya sabes, mi única hija es fanática de tu banda- sonrío y asiento feliz.
—Vale, no hay problema- contesto.
Michael camina tras mío pisando mis talones.
—¡¿Estás demente?!- oigo como exclama detrás mío- Mañana tendremos un concierto, no puedes desaparecer así como si nada-.
—Michael, debes entenderme. Si no tomo este vuelo lo perderé para siempre, sólo déjame hacer esto solo por esta vez, juro que si vuelvo con la manos vacías me sacarás de la banda y si regreso con Ruben...haremos algo especial- alzo una ceja.
—¡Demonios, Rogel!- dice y agrega, el guardia extiende su mano y toma el boleto- Joder, nadie te sacará de la banda ¿vale? y..ten suerte en el viaje, y por favor no hagas nada de lo que te puedas arrepentir- me abraza y le devuelvo el gesto.
—Te voy a extrañar, Mikey-.
—Y yo a ti Mangel- me separo.
Me doy la vuelta y camino hacia las puertas metálicas, por donde Ruben y Chris pasaron anteriormente, ingreso y alzo mi mano en forma de despedida.
—¡Saluda a Jeremy y Joa!- y las puertas se cierran.
Observo el número de ticket que el guardia me entregó antes de que me despidiera de Michael; 306.
Y sonrío.
Algo me decía que este viaje sería el mejor de mi vida.
—Australia, sorpréndeme - murmuro con una sonrisa.