Ruben
Lo tenía acorralado entre la puerta de el Hotel, que habíamos alquilado por 16 euros, y la fría pared. Sus manos toqueteaban mi cuerpo con gusto, sus ojos marrones oscuros me observaban con lujuria.
Las gotas de lluvia caían de sus cabellos, y de los míos también.
-Tranquilo..-su aliento chocó en mi cuello- Tenemos toda la jodida noche para divertirnos- me empujó hacia un lado.
Su dedo índice se colocó en mi barbilla y retrocedimos hasta la cama; al estar en el, no tan cómodo, colchón me coloqué de cuatro sobre Él.
Sus brazos apretaban mi cintura y comencé a besar su cuello; trataba de despojarme de mi camiseta, cosa que no logró.
-Sigues siendo el mismo "gilipollas" en la cama- reí
-Calla- me reprochó con un tono de vergüenza
-Oblígame- alzó un ceja.
Y antes de besarme, murmuró cerca de mi labios un "Tú sigues siendo el mismo infiel de siempre, y Yo no digo nada"
Atacó mis labios sin pudor, sonreí entre beso y beso; me saqué la camisa y el también imitó lo mismo, sus ojos observaron mi abdomen y no evitó morderse el labio.
-¿Quién te obligó? ¿Acaso fue Miguel?- miré mi abdomen formado, por los entrenamientos en la clase de boxeo que tomaba.
-Voluntad propia- volví a besar sus labios.
Mis manos bajaron por su espalda y, como los viejos tiempos, introducí estas por debajo de sus jeans apretando sus nalgas.
-¡Oh, Doblas!- gimoteó en mi oído, cosa que me prendió hasta el tope.
Al sacar mis palmas de su trasero, lo empujé en la cama; caí sobre Él y comencé a lamer su pecho. Al estar en sus pezones, lamí uno de ellos.
-¡Ah!- sentí como temblaba bajo mi cuerpo- ¡Ah, no!- dijo al mordisquearlos
-¿No, qué?- sonreí divertido y pellizqué su pezón contrario a la par que lamía el otro.
Cerró los ojos con fuerza, y su boca se entreabrió; mi mano tapó sus labios y abrió los ojos.
-No grites muy alto, ellos creen que somos hermanos- rodó los ojos y sus manos tomaron mi rostro, alzándolo hasta su altura.
Atrapó mi labio inferior entre sus dientes y empezó a lamerlo y darle besos húmedos. Cerré los ojos y entreabrimos los labios, dejando viajar nuestras lenguas a la boca del otro.
Sus frías manos comenzaron a desabrochar mi correa, sin dejar de besarme; notaba mi entrepierna cada vez más dura y sus manos se atrevieron a introducirse bajo mis pantalones, agarrando mi trasero con fuerza.
-¡Oh, joder!- mascullé algo atontado por sus movimientos y tomé sus manos- Frank.. Le tienes ganas ¿eh?- me burlé
-Gilipollas- acarició mi cabello y besó mis labios.
En un movimiento, lo tenía de cuatro sobre mis piernas flexionadas; mis manos viajaron por su vientre y de un tirón me deshice de sus pantalones y bóxer.
Hice lo mismo conmigo, y quedamos desnudos en una acalorada habitación. Posicioné mis manos en su cintura y me preparé para lo que venía.
-¡Ahhh!- gritó cuando le penetré de golpe.
Lo apretaba contra mi cuerpo, y noté como arqueaba su espalda hasta que su cabeza dio contra el colchón, el sudor se hacía presente en su espalda y mi frente.
Sus manos yacían agarradas de la delgada sábana, y trataba de ahogar sus gemidos.
-¡Oh!- gemí al sentir una corriente eléctrica por mi vientre
-M-Me vengo..-murmuró a duras penas, sonreí
-N-No eres el ú-único- cada vez me faltaba el aliento, tomé su cabello y lo tiré hacia atrás.
Estábamos tan excitados y el ritmo había empezado a ser brutal, que no lo soportamos mucho más.
Noté como la sábana se impregnaba de nuestra propia semilla, mi espalda se curvó y abrí la boca, incapaz de pronunciar sonido alguno, ahogándome en mi propia placer. Le di un tirón a su pelo, y gruñí.
Caí rendido sobre su cuerpo, nuestros suspiros ahogados eran el único sonido que emanaba de la habitación. Me aparté de Él, y tomé el bóxer que se encontraba sobre la cama; Frank imitó lo mismo y me observó con detenimiento.
-¿Qué?- pronuncié algo cansando
-¿Ya te vas?- dijo mientras me colocaba los pantalones
-Mañana tengo bachiller- murmuré, tomé la camisa del suelo- Y tú también- le guiñé un ojo
-Tienes razón- dijo y me pasó mi correa, la tomé entre manos y la ajuste con mis jeans.
Al estar ya cambiados y antes de salir del cuarto, lo volví a acorralar contra la puerta y besé sus labios.
-Esto se queda entre nosotros ¿vale?- asintió y me besó.
Abrí la puerta y salimos a la par, pasamos por recepción y todas las miradas se posaron en nosotros.
-La llave- pidió el recepcionista
Saqué de mi bolsillo esta, y la lancé al aire; no me fijé si lo abría agarrado o si cayó al suelo, me daba igual.
Al salir, las luce de los faroles alumbraban muy poco y Frank temblaba ya que, los dos nos encontrábamos mojados por la lluvia y...vosotros ya sabéis.
Me despojé de mi casaca de cuero y se la colocó por los hombros, me sonrió y me dio un cálidos abrazo.
-Rubius..-
-¿Qué?- pronuncié
-Gracias- y besó mi mejilla
Sonreí ante sus palabras y acaricié su cabello, no es que no lo negara, Frank me seguía gustando pero, no sería capaz de dejar a Miguel.
-V-Vale- se separó de Mí- Nos vemos- retrocedió y se dio la vuelta.
[...]
-¡Hasta ahora no me lo creo!- exclamó Guillermo
Había pasado la noche en su casa, ya que, no quería volver a la mía y ver a los oficiales.
-No fue a propósito, me molestó que preguntara por Lili- justifiqué
Estábamos a una cuadra de llegar al instituto.
-Hubieras pateado algo o..yo que sé- rodeé los ojos.
Un porche rojo pasó por nuestro lado, se escuchaban risas y vi esa cabellera pelinegra, que con el aire se alborotaba.
-¿Ese no es Mig..-lo dejé a mitad de palabras y me eché a correr.
Me pasé la luz del semáforo, y no me importó; debía ir a por mi Mangel; al estar ya en el estacionamiento del Bachiller, solté un suspiro de cansancio y vi como el carro se estacionaba.
Sus rostro estaba muy cerca, caminé hacia ellos y le di un golpe al capo, alarmándolos.
- Valla, valla- dije con recelo- Así que buscas un reemplazo rápido ¿eh?- me dirigí a mi ex-novio.
-¡Maldito imbécil, será mejor que te alejes de Miguel!- gritó Alejandro.
Reí, algunos alumnos se amontonaban a ver el espectáculo que estaba por comenzar.
-¡Oblígame!- dije, y recordé la noche anterior.
Una mirada se posó en mí, y era la de Frank.
Salió del coche, y antes de poder reaccionar; caí al suelo al ser golpeado en la quijada.
-De esta no te salvas, hijo de puta- murmuré con dificultad.
Me abalancé sobre Él, y caímos al suelo.
-¡Parad, de una buena vez!- gritó.
¿Hace cuánto no escuchaba aquella voz?