Capitulo 40:

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Rubius

Después de la llamada, tomé un gran bocanada de aire y sonreí entre lágrimas. Hice lo correcto, hice lo que me pidió, dejé que me olvidara y eso es mucho para mí. 

La puerta de mi pieza se abre, dejando ver a mi madre con dos tazas y una sonrisa tímida. Camino hacia mí y antes de que pudiera dejar las tazas en mi velador, me abalancé a ella y la abracé. Sé que soy un chio rudo, sé que no debería llorar con nada, pero tengo sentimientos al igual que todos y eso no me hace ver tímido, es más, me hace ver como un completo inútil.

Mi madre me enrolla con sus brazos y deja los envases en mi velador, su cabeza recae en la mía y siento como la nostalgia me invade, volver a sentir sus brazos después de años es algo indescriptible. 

— Todo va a estar bien, cariño- acaricia mis cabellos.

— Sé realista, mamá- me separo- Él no va a volver, Él me olvidará y nunca más sabrá nada de mí; ¿Acaso todo va a estar bien, así? No podré durar semanas sin Miguel, no podré mamá- murmuro al borde de las lágrimas.

— Sí podrás, y sabes porqué- niego entre sollozos- Nos mudaremos- me aferro a su cuerpo- Hoy hablé con tu hermana y decidimos mudarnos para que la ciudad no te recuerdo a él y puedas estar un poco, más, tranquilo- besa mi cabeza.

— ¿A dónde?- pregunto.

— A Australia- asiento.

No estaba en mis planes alejarme de Madrid, pero si eso quita el hecho que me olvidaré de Él y no sufriré tanto, prefiero irme y dejar que las cosas fluyan con el tiempo. Así podré, al menos, vivir en una nueva ciudad y no sentir que todo, lo que me rodea, me recuerda a él. 

Una semana después me encuentro conversando con Guillermo, en sí, él me apoyó en el transcurso de esta semana, siempre viene a eso de las cinco para salir a pasear y poder disfrutar de mi últimos días en España. Ahora que estoy en el aeropuerto con algunas maletas, puedo notar como su voz se va apagando con cada palabra que da y como sus ojos se cristalizan. 

— ¡Oh, Guille!- solté las valijas y estiré mis brazos.

Se acurrucó en ellos, y lo abracé muy fuerte. Willy era un gran amigo, uno de esos que nunca olvidarás. 

— Te voy a extrañar, Rubius- musita en mi hombro y escondo mi sonrisa en este.

— Yo también- digo y se separa de a poco a poco.

— Lamento molestarlo chicos, pero debemos abordar- dijo mi madre. 

Detrás de Ella se encontraba mi hermana, tenía puestos sus auriculares morados y una chaqueta guinda; asentí y observé a mi mejor amigo. 

— Esto es un adiós- dice.

Y Niego.

Adiós significa: renunciar a algo o alguien - digo y agrego- Yo no voy a renunciar a ti, en sí, es un hasta luego- asiente.

Me doy la vuelta, y junto a mi madre y Mia, caminamos hacia la puerta de abordaje. Al llegar me coloco en mi respectivo asiento, y mi hermana al lado mío; reviso mi móvil y mi dedo se desliza al ver un nuevo mensaje. 

Frunzo el ceño, y creyendo que es uno de Guillermo, comienzo a leerlo. Para mi grata, no tan, sorpresa es uno de la persona que no esperaba. Estoy dudando en leerlo o no, elimino el mensaje sin leerlo y siento como un alivio abunda en mi cuerpo.

Así era mejor, al menos, no estaría tan dependiente de él. Cierro los ojos, en sí, pensando que sería un largo viaje; giro mi cabeza y Mia mira su móvil triste, decido observarla y Ella gira a verme.

Un Novio Agresivo - RubelangelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora