Rubius
Después de la llamada, tomé un gran bocanada de aire y sonreí entre lágrimas. Hice lo correcto, hice lo que me pidió, dejé que me olvidara y eso es mucho para mí.
La puerta de mi pieza se abre, dejando ver a mi madre con dos tazas y una sonrisa tímida. Camino hacia mí y antes de que pudiera dejar las tazas en mi velador, me abalancé a ella y la abracé. Sé que soy un chio rudo, sé que no debería llorar con nada, pero tengo sentimientos al igual que todos y eso no me hace ver tímido, es más, me hace ver como un completo inútil.
Mi madre me enrolla con sus brazos y deja los envases en mi velador, su cabeza recae en la mía y siento como la nostalgia me invade, volver a sentir sus brazos después de años es algo indescriptible.
— Todo va a estar bien, cariño- acaricia mis cabellos.
— Sé realista, mamá- me separo- Él no va a volver, Él me olvidará y nunca más sabrá nada de mí; ¿Acaso todo va a estar bien, así? No podré durar semanas sin Miguel, no podré mamá- murmuro al borde de las lágrimas.
— Sí podrás, y sabes porqué- niego entre sollozos- Nos mudaremos- me aferro a su cuerpo- Hoy hablé con tu hermana y decidimos mudarnos para que la ciudad no te recuerdo a él y puedas estar un poco, más, tranquilo- besa mi cabeza.
— ¿A dónde?- pregunto.
— A Australia- asiento.
No estaba en mis planes alejarme de Madrid, pero si eso quita el hecho que me olvidaré de Él y no sufriré tanto, prefiero irme y dejar que las cosas fluyan con el tiempo. Así podré, al menos, vivir en una nueva ciudad y no sentir que todo, lo que me rodea, me recuerda a él.
Una semana después me encuentro conversando con Guillermo, en sí, él me apoyó en el transcurso de esta semana, siempre viene a eso de las cinco para salir a pasear y poder disfrutar de mi últimos días en España. Ahora que estoy en el aeropuerto con algunas maletas, puedo notar como su voz se va apagando con cada palabra que da y como sus ojos se cristalizan.
— ¡Oh, Guille!- solté las valijas y estiré mis brazos.
Se acurrucó en ellos, y lo abracé muy fuerte. Willy era un gran amigo, uno de esos que nunca olvidarás.
— Te voy a extrañar, Rubius- musita en mi hombro y escondo mi sonrisa en este.
— Yo también- digo y se separa de a poco a poco.
— Lamento molestarlo chicos, pero debemos abordar- dijo mi madre.
Detrás de Ella se encontraba mi hermana, tenía puestos sus auriculares morados y una chaqueta guinda; asentí y observé a mi mejor amigo.
— Esto es un adiós- dice.
Y Niego.
— Adiós significa: renunciar a algo o alguien - digo y agrego- Yo no voy a renunciar a ti, en sí, es un hasta luego- asiente.
Me doy la vuelta, y junto a mi madre y Mia, caminamos hacia la puerta de abordaje. Al llegar me coloco en mi respectivo asiento, y mi hermana al lado mío; reviso mi móvil y mi dedo se desliza al ver un nuevo mensaje.
Frunzo el ceño, y creyendo que es uno de Guillermo, comienzo a leerlo. Para mi grata, no tan, sorpresa es uno de la persona que no esperaba. Estoy dudando en leerlo o no, elimino el mensaje sin leerlo y siento como un alivio abunda en mi cuerpo.
Así era mejor, al menos, no estaría tan dependiente de él. Cierro los ojos, en sí, pensando que sería un largo viaje; giro mi cabeza y Mia mira su móvil triste, decido observarla y Ella gira a verme.