Y en esta fría pena que me ahoga, cuento los días y horas para que muera mi alma, siento que se evaporan mis ganas de tener otro día, oscura, triste y sombría es la espera en mi letargo.
Condenado a no partir anclado aquí a mi suerte, fortuna que decrece con el tiempo y mi destino, me ahogo en esta orilla de un mar de azul eterno, curando mis heridas con sus gotas de veneno.
Oscuro remolino que me hunde y me sofoca, débil marioneta rota de cuya vida pende un hilo, camino con sigilo sin despertar sospechas, de que hace tiempo en mí se encadenó mi alma muerta.
Agua de manantial rojo que ahora brota de mi sangre, mi mente cae en trozos con mis recuerdos y olvidos, y ahora arde mi presente en estas llamas infernales.
Me encuentro encadenado, enterrado y atrapado, bajo la luz de los días y en las noches sepultado, ataúd que golpeo y araño cuando siento que la vida me abandona a cada paso.
Eclipse de mis ojos donde ríos se hacen mares, navego a la deriva donde nadie ha de hallarme, perdido y olvidado muere mi espíritu sólo, en esta basta lejanía lejos del mundo y de todos.
Espinas de mi alma me desangran con mis gritos, mis manos no se hallan en esta noche infinita, y a corazón abierto me devoran y mutilan.
Me resuenan sinfonías de moribundas palabras, que se llevan mi alegría y las cambian por tristezas, que hacen eco en esta celda que se ha vuelto mi vida.

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Laberintos
PuisiCaminando entre las sombras de mis miedos y fracasos, es en tu regazo donde al fin yo me consigo.